¿Sabías que sólo se necesitan 5 minutos para producir una bolsa de polietileno, pero que para fabricar la cantidad que el mundo consume en un año se gastan 100 millones de barriles de petróleo? Todo para un objeto cuya vida útil es de aproximadamente 12 minutos.
Las bolsas de polietileno son un bien de uso cotidiano para la vida moderna. Además de ser utilizadas para transportar pequeñas cantidades de mercancías, son una de las formas más comunes de acondicionamiento de la basura doméstica. Además, a través de su decoración con los símbolos de las marcas, ellas constituyen una forma barata de publicidad para los negocios que las distribuyen.
Cualquiera diría que esta es una gran invención de la humanidad para facilitarse la vida, pero no. El plástico es un derivado del petróleo (elemento muy valioso por su carácter de energía no renovable) que nunca desaparece del planeta. A lo más, se fragmenta en trocitos minúsculos que pueden llegar a ser imperceptibles.
Al estar más que comprobado lo irracional del uso desmedido y tóxico de este material, muchos gobiernos del mundo han tomado una serie de iniciativas diferentes para disminuir o desaparecer su consumo. La más reciente es la implementada en la ciudad de Buenos Aires con la Resolución 341/16/APRA, en la que se prohíbe desde el 1ero de enero del 2017 la entrega de bolsas plásticas en los hipermercados, supermercados y autoservicios de dicha ciudad.
No podemos decir que el problema le sea indiferente a nuestro país. Según el estudio exploratorio del 2012 "Servicio de Investigación Exploratoria sobre Percepciones, Actitudes y Comportamientos Ambientales frente al Uso Superfluo de Bolsas Plásticas", comisionado por el Minam, el 93.6% de empaque utilizado para despachar compras en el Perú son bolsas de plástico. Además, el consumo se dispara en Lima, llegando a las 1,793 millones de bolsas consumidas anualmente.
Al analizar los resultados, el estudio estima que "a nivel de Lima Metropolitana, el consumo de bolsas plásticas del universo de establecimientos comerciales analizados generaría emisiones anuales que casi 617 mil toneladas equivalentes de dióxido de carbono". Frente a cifras así de alarmantes, queda claro que medidas como las que implementó el gobierno de Buenos Aires (y otras ciudades países) tienen que ser emuladas en nuestro país.
Mirar al mar (y a lo que comemos) para entender el daño
Más allá del gasto innecesario de petróleo, el uso de estas bolsas de plástico es altamente dañino para el medio ambiente. Para explicarlo, lo más efectivo es observar su impacto en el mar: al ser desechadas, las bolsas llegan hasta el agua por causa del viento o muchos otros motivos. No sorprende que se haya detectado que entre un 70 y 90% de los residuos acuáticos encontrados en playas son plásticos.
Como cuenta la web Cadena Nueve: "Muchas especies marinas no saben distinguir entre los residuos y sus presas habituales: las tortugas, por ejemplo, pueden ingerir bolsas de plástico al confundirlas con medusas. Asimismo la acumulación de contaminantes en el fondo marino empobrece los suelos al bloquear el intercambio de agua y sedimentos. Numerosos animales pueden enredarse en los diferentes tipos de residuos plásticos. Algunos morirán por las heridas, otros tendrán dificultades para moverse y se convertirán en presas fáciles para sus depredadores".
Más allá de eso, está el problema de los 'microplásticos'. Al fragmentarse las bolsas, como contábamos, se hace imposible retirarlas del mar. Y los animales terminan consumiendo estos pedazos de polietileno que son tóxicos. Hasta el zooplancton de los fondos del océano consume plástico.
Esto último es preocupante porque estos pequeños organismos son la base de la cadena alimenticia marina. Si ellos consumen microplásticos, entonces todos los demás peces lo captan dentro de sus organismos indirectamente al comerlos. Esto significa también, que nosotros mismos estamos tragando plástico al consumir pescado, pues se calcula que hay unas 20 mil bolsas en cada kilómetro de los océanos del mundo. En algunos lugares del oceano, es más, podemos encontrarnos con seis veces más cantidad de plástico que de zooplancton.
Mucho que trabajar
Queda claro, entonces, que el mundo tiene que buscar alternativas a las bolsas de polietileno y el Perú no debe ser indiferente. Mucho más si, como señala el estudio del Minam, el 95.6% de las personas encuestadas dijo que estaría dispuesta a disminuir su consumo.Pero el trabajo que hay por hacer es mucho, el 60% de los comerciantes encuestados en el mismo estudio declaró desconocer los impactos ambientales que ocasiona el uso excesivo de bolsas plásticas. A empezar desde abajo.
(Esta nota fue realizada con el apoyo de L.O.O.P.)
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