El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dio un paso clave para concentrar todo el poder en torno suyo, al hacerse con el control del Congreso, en un país con un gobierno de ribetes cada vez más autoritarios, ya casi sin oposición y con todos los poderes bajo su control.

El Tribunal Electoral de Nicaragua despojó de sus escaños a los diputados de la oposición que fueron electos 2011 por el Partido Liberal Independiente (PLI) y así impuso un régimen de partido hegemónico: el del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que lidera Ortega.

El primer paso para que el oficialismo se hiciera con el control del Parlamento fue el 8 de junio pasado, cuando la Corte Suprema de Justicia quitó la representación legal del PLI al principal líder opositor Eduardo Montealegre y se lo dio a Pedro Reyes, a quien la oposición lo acusa de ser un “aliado silencioso” de Ortega, quien así afianzaba además su pretensión de reelegirse por tercera vez seguida: será el único candidato en las presidenciales de noviembre, porque, con su decisión, la justicia nicaragüense dejaba a la oposición sin posibilidad de participar en los comicios.

Luego, con ese poder en sus manos, Reyes exigió obediencia a los 20 diputados elegidos en 2011 por el PLI y su aliado, el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), pero estos legisladores —que desde el inicio de su mandato denunciaron abusos y arbitrariedades de Ortega y se convirtieron en una voz incómoda para el régimen— desconocieron su liderazgo y representación

Fue entonces que Pedro Reyes dio el siguiente paso y le pidió al Consejo Supremo Electoral (CSE), controlado por el oficialismo, que destituya a esos 20 legisladores 'rebeldes'. Y esta instancia electoral le acaba de dar la razón y, con su fallo, le da  todo el poder a Ortega.

La Asamblea Nacional es el único Poder del Estado que puede destituir a sus diputados, pero los afectados creen que esta, por permanecer bajo dominio del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), obedecerá al CSE.

De hecho, varios dirigentes del MRS, fundado en 1994 por el exvicepresidente y escritor Sergio Ramírez y formado por disidentes del Frente Sandinista, señalaron en un comunicado publicado en redes sociales que Daniel Ortega “ha liquidado la Asamblea Nacional sacando a diputados opositores”.

El movimiento Ciudadanos por la Libertad, conformado por los simpatizantes de Montealegre y a los diputados opositores despojados de sus escaños, también se pronunció contra la decisión judicial. “Podrán destituir a todos y quitarnos un partido, pero la dignidad y principios nunca”, remarcaban en una nota de prensa crítica.

El político Eliseo Núñez aboga por un cambio de estrategia y un nuevo liderazgo en el movimiento opositor, tras quedar fuera de la competencia electoral y sin su principal fuerza: la representación parlamentaria. Y lo hizo con estas palabras que recoge el corresponsal de El País en Nicaragua:

“Se necesita un liderazgo, pero uno que entienda que es temporal y dependiente de ideas, de una plataforma ideológica, no un líder que se haga dueño del partido o siga per sécula seculórum [por los siglos de los siglos]. Precisamente lo que nos pasa a los liberales y a muchos otros partidos en América Latina, es que no tenemos teoría de sucesión. Entonces, cuando se trata de suceder a un líder, ocurre una guerra intestina que termina despedazándonos”.

La oposición advierte que ahora a Ortega solo le falta encontrar una fórmula que garantice la sucesión familiar en el poder y fundar así una nueva dinastía, porque ya colocó a sus hijos en cargos públicos y al frente de empresas claves en el país que -según diversas versiones- han enriquecido a su familia gracias a la ingente cooperación petrolera de Venezuela.

El presidente de Nicaragua aún no ha designado a su sucesor, pero todo apunta a que será su esposa, la primera dama, Rosario Murillo, quien tiene una muy fuerte influencia en todo el aparato estatal del país y cogobierna con su marido. Según la ley electoral de este país, Ortega tiene hasta el 2 de noviembre para nombrar a su candidato a la vicepresidencia, muchos creen que será su cónyuge.

(Foto de cabecera: EFE)