Es considerado por la gran mayoría de la crítica especializada del boxeo como el mejor púgil de la historia, pero esa no fue la única razón por la que destacó Cassius Marcellus Clay, Jr., quien luego cambió de nombre a Muhammad Alí, identidad con la que fue conocido hasta su último aliento de vida.

Nacido en 1942 en Lousville (Kentucky), Alí se hizo boxeador luego que en su adolescencia fuera objeto de un robo. Al no poder alcanzar a quien le quitó sus pertenencias, juró que lo golpearía si lo golpeaba. Un amigo le aconsejó que para ello, debía aprender a pelear. Así, se metió a los rings y comenzó a ganar títulos juveniles a fines de la década de 1950.

Por esos mismos años, el joven todavía llamado Clay ya había mostrado sus simpatías hacia el Islam. En 1961 se convirtió a esta religión, gracias a su acercamiento al líder por los derechos civiles de los afroamericanos, Malcolm X.

Su cambio de nombre a Muhammad Alí se produjo pocos días después de su sonada victoria sobre Sonny Liston, el 25 de febrero de 1964, convirtiéndose en campeón mundial de boxeo por primera vez

"Ya no soy más Cassius Clay, aquel 'negro de Kentucky'. Pertenezco al mundo, al mundo de la raza negra. Siempre tendré un hogar en Pakistán, en Argelia, en Etiopía. Eso tiene más valor que el dinero".

Esta asociación al Islam, junto a su imagen de campeón arrogante y su discurso en el que cuestionaba el racismo y la discriminación contra los afroamericanos en los Estados Unidos, le dieron una imagen de héroe popular, por lo cual fue reconocido como un luchador por los derechos civiles, pese a ser visto inicialmente con escepticismo por los liberales y los cristianos que abrazaban estas causas, como el pastor bautista Martin Luther King, con quien coincidió en muchas ocasiones.

En 1966, Alí se negó a enrolarse al ejército norteamericano para combatir en la guerra de Vietnam, lo cual no estuvo exento de polémica. Estas fueron sus razones, basándose en la objeción de consciencia:

"Pregunten todo lo quieran sobre la guerra de Vietnam, siempre les tendré esta canción: 'no tengo problemas con los Viet Cong (Frente Nacional de Liberación de Vietnam)… porque ningún Viet Cong me ha llamado un nigger (término peyorativo)'".

Esto le trajo consecuencias negativas en su carrera deportiva: la Comisión Atlética de Nueva York le suspendió su licencia para boxear. Además, la justicia de su país lo condenó a cinco años de prisión, que al final quedaron suspendidos, y a no salir del territorio estadounidense por tres años y medio, por lo cual perdió su título de campeón mundial.

En todo ese tiempo, Alí se dedicó a dictar conferencias sobre la lucha por los derechos civiles en todo el país. Finalmente, en 1971, la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó las sentencias, con lo cual volvió a los cuadriláteros y no tardaría en recuperar su cetro.

LEGADO

Todo esto sirvió para que Alí se gane un lugar en la cultura popular de su país para siempre, y además el respeto del mundo entero. Su fama como boxeador trascendió el deporte mismo, y le ayudó a ser una voz de aquellos, como los afroamericanos en Estados Unidos, que sufrían segregación y discriminación; así como de los que clamaban porque se detuviera el abuso en Vietnam.

Pero el mítico boxeador estadounidense no solo era un tipo que gustaba de desafiar y hacer gala de su superioridad como deportista, y de mostrarse como un crítico venal del establishment de su país. Con sentido del humor, explicaba sus posiciones de manera clara y entretenida, como puede verse en el vídeo con el que cerramos esta nota.

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