El 13 de octubre del 2010, Álvaro Walter Ramírez Quijano llevaba un año como alumno de Estudios Generales de Letras en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Como cualquier joven de 18 años, tenía muchos sueños e ilusiones. Sin embargo, un hecho abrupto, de violencia brutal, cambiaría su vida para siempre.

Aquel día, Álvaro jugaba a las cartas dentro del campus de la PUCP con un grupo de amigos. De pronto, Gerson Gustavo Zeballos Ramos reaccionó violentamente al perder una jugada. Fue por detrás de Álvaro y lo sorprendió con un golpe por encima de la oreja. Al tumbarlo al suelo, le propinó otro en el pómulo y uno en la nariz, que originó que comience a sangrar.

De inmediato, su compañero Marvin Ocaña Viera lo llevó al tópico de la universidad, donde fue atendido. Su entonces enamorada, Priscila Silva Vásquez, lo asistió, pero Álvaro no recordaba nada. Luego fue derivado a la clínica Javier Prado, y estuvo internado por cerca de un mes.

ASÍ QUEDÓ ÁLVARO LUEGO DE LA GOLPIZA

Según el informe médico de la clínica, Álvaro quedó con traumatismo encéfalo craneano y amnesia parcial, y le tomó un año poder recuperarse plenamente. En ese tiempo, tuvo que abandonar sus estudios.

Pero él y su familia no se quedaron tranquilos. De inmediato, denunciaron el hecho ante el Poder Judicial. La Tercera Sala en lo Penal para procesos con Reos Libres halló culpable a Zeballos por el delito de lesiones graves, por lo cual fue condenado a tres años de prisión suspendida y al pago de una reparación civil de S/. 3,000.

Obviamente, Zeballos no se quedó tranquilo, y apeló la sentencia, pero esta fue ratificada el 25 de abril del 2014.

Sin embargo, la madre de Álvaro, Laura Quijano, dijo a Lamula.pe que Zeballos no ha cumplido con pagar la reparación completa, y tampoco ha ido a firmar ante el Poder Judicial como corresponde, según le indicó uno de los trabajadores de aquel poder del Estado.

Pero esa no es toda la historia. Al haber ocurrido este incidente violento dentro de una universidad, esta debió haber actuado de oficio. Sin embargo, no ha sido así.

LIBRE POR EL CAMPUS

Según el reglamento disciplinario de la PUCP, quien comete una agresión como la de Zeballos contra Álvaro Ramírez debe ser expulsado. Sin embargo, el agresor continúa sus estudios y le falta un año para acabarlos.

Esto se debe a que la universidad no actuó de oficio. Por ello, Quijano acudió ante el decano de la Facultad de Derecho, Fidel Tubino, para que tome cartas en el asunto. En la carta que le envió se incluye el informe de la clínica y la denuncia en la comisaría.

Además, Quijano se dirigió al mismísimo rector de la PUCP, el doctor Marcial Rubio Correa:

Finalmente, Qujiano decidió acudir ante el secretario general de la PUCP, René Ortiz Caballero:

Ante la inacción de las autoridades de la PUCP, Quijano decidió buscar al congresista Renzo Reggiardo, entonces presidente de la Comisión Especial Multipartidaria de Seguridad Ciudadana del Poder Legislativo. El parlamentario accedió al pedido y envió una nueva comunicación a la PUCP, que le respondió a través de Ortiz el 11 de abril del 2012:

En la respuesta a Reggiardo, Ortiz indicó lo siguiente:

"en la medida que el alumno Ramírez Quijano no denunció formalmente los hechos a su unidad académica (Estudios Generales Letras, ni tampoco lo hicieron otras personas como testigos, a la fecha no se ha iniciado un procedimiento disciplinario al alumno Gerson Gustavo Zeballos Ramos, quien actualmente en el semestre 2012-1"

Lo cierto es que Quijano ya había denunciado el hecho ante el mismo rector Rubio, quien podría haber derivado el caso a la facultad respectiva.

Con la sentencia en mano, Quijano acudió otra vez ante Ortiz, en el año 2015, para solicitar la expulsión de Zeballos, puesto que ya había una sentencia firme en contra del agresor, adjuntando los documentos del Poder Judicial que daban cuenta de esto.

Sin embargo, Quijano dijo a Lamula.pe que Ortiz le respondió que necesitaban "una notificación" del Poder Judicial; y que además debía tener copia certificada. La madre de Álvaro contó que el secretario general de la PUCP le refirió que "había llegado a un arreglo" con Zeballos, lo cual despertó la indignación de los agraviados.

El joven, ahora un estudiante de Derecho de 24 años y que aspira a ingresar a la Academia Diplomática, manifestó que a veces es hostilizado psicológicamente por Zeballos dentro del mismo campus. "En ocasiones pasa cerca de mí pese a que tiene opción de caminar por otro lado", agregó acerca de su agresor, quien mide más de metro ochenta y es de porte fornido.

Álvaro también contó que en su momento pidió apoyo al Centro Federado y a la propia Federación de Estudiantes (FEPUC); pero tras algunos movimientos iniciales, no hicieron nada más.

En junio próximo, Álvaro y su madre volverán a insistir con el tema ante las autoridades de la PUCP, que hasta ahora no ejecutan la medida disciplinaria, y que de no cambiar la situación, acudirían a otras instancias, como Indecopi y Sunedu. Mientras tanto, Zeballos está a punto de culminar sus estudios, amparado en la impunidad.

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