Por Guillermo Reaño
I

La carretera Interoceánica, para ambientalistas y defensores del desarrollo amazónico, solo ha sido un portento de la ingeniería civil y los contratos entre la empresa de Marcelo Odebrecht -condenado recientemente por la justicia brasilera a 19 años de cárcel por corrupción- y los gobiernos de los presidentes de Alejandro Toledo y Alan García. Hemos tomado un segmento de ella para llegar a Laberinto, una villa miseria nacida al compás de la explotación del oro hace más de cuarenta años. Es una zona minera sobre una de las orillas del río Madre de Dios, el mismo que recorre los bosques del Parque Nacional del Manu y recibe las aguas del río Tambopata.  

En la posta médica de Laberinto la actividad es frenética, los berridos de un niño recién nacido se dejan oír por todas partes. “Los pacientes que registramos aquí llegan quejándose de lo mismo: dolores de cabeza, insomnio, mal humor”, dice Harold Cárdenas Shimbo, un muchacho de rasgos mestizos y buenos modales que se desempeña como técnico sanitario, nombrado por el Ministerio de Salud, para llevar el control de los pacientes posiblemente contaminados por mercurio, un elemento químico que se utiliza en la explotación del oro y que parece ser la causa de los súbitos trastornos en la salud de un gran número de pobladores del departamento más biodiverso de nuestro país. Él les toma los datos, determina la naturaleza de sus afecciones, lo incluye en el Sistema Integral de Salud y los cita para una evaluación. 

Harold Cárdenas Shimbo

“Cuando regresan la mayoría presentan los mismos síntomas. Incluso con rayas negras en las uñas y notorias fallas de memoria. La mayoría de ellos trabaja en campamentos mineros”. Todos estos pacientes están registrados en el cuaderno que lleva por encargo del Comité Consultivo de la Estrategia Sanitaria Regional de Vigilancia y Control de Riesgo por Contaminación por Metales Pesados y otras Sustancias Químicas 

Las grietas del oro

Para nadie es un secreto que la minería del oro en Madre de Dios hace tiempo que se desbordó a pesar del proceso de formalización llevado a cabo por el ministro Pulgar Vidal. Por lo menos desde el año 2010 los medios de comunicación informan, con meticulosidad, los excesos de un negocio que ha devastado más de sesenta mil hectáreas de bosques. Además pone en riesgo la salud, física y psíquica, de sus habitantes, gran parte de ellos atraídos aquí por las ganancias de una actividad millonaria. Se calcula que treinta mil mineros trabajan en los campos de oro de la región y algunos miles más lo hacen cubriendo los oficios que la minería necesita para funcionar: mecánicos, mototaxistas, comerciantes, ambulantes, proxenetas, rufianes, pastores de iglesias, putas y un infinito etcétera.

“De alguna manera el problema dejó de ser la destrucción de los bosques producto de la minería ilegal, el problema ahora es la contaminación por mercurio que estamos sufriendo los habitantes de Puerto Maldonado y contornos”, explica Francisco Román Dañobeyta, doctor en ecología y desarrollo sustentable y que vive con su familia en Puerto Maldonado desde 2012. 

Puticlubes en Las pampas

En noviembre pasado Román se hizo merecedor del Premio Nacional del Ambiente Antonio Brack Egg por su trabajo de remediación en áreas degradadas por la minería aurífera en La Pampa, un sector colindante a la mencionada Interoceánica. Solo en Madre de Dios, lo ha mencionado en un evento científico, se deben haber liberado cuatrocientas toneladas de mercurio entre 2001 y 2013, los años del boom minero. La cifra resulta abismal si la comparamos con las 82 toneladas que se vertieron en la bahía de Minamata, Japón, el suceso que ha sido considerado como el peor desastre ambiental por contaminación por mercurio que registra la humanidad. ¿Qué lugar debería ocupar nuestro país en el ranking de las catástrofes de este tipo si consideramos que para los entendidos el caso japonés es el Chernobil de la contaminación mercurial?

Jugando con fuego

Al liberarse en el medio ambiente, el mercurio tiene la propiedad de evaporarse con facilidad para viajar con las corrientes de aire o por los cursos de agua. El mercurio producido durante los procesos de extracción aurífera en Madre de Dios irá a parar en los ríos y cochas de la región y en sus sedimentos los microorganismos lo transformaran en metilmercurio, un veneno letal para la salud de los seres vivos, especialmente los humanos.

Cuando una persona ingiere un pez de rio contaminado con metilmercurio, por ejemplo, el estómago y los intestinos lo absorben y los transportan rápidamente hasta el torrente sanguíneo y de allí a todas partes. Las afectaciones documentadas al sistema nervioso por contaminación de este tipo incluyen retraso mental, crisis convulsivas, deficiencias visuales y auditivas, así como retraso del desarrollo, trastornos del lenguaje y pérdida de la memoria. Todos los síntomas que los reportes del Ministerio de Salud vienen confirmando, preliminarmente, en la población de Puerto Maldonado y alrededores.

El oro nuestro de cada día

En el año 2009, un primer estudio realizado por el Instituto Carnegie para la Ciencia de la Universidad de Stanford determinó que algunas especies de pescados comercializados en los mercados de Puerto Maldonado presentaban niveles de mercurio superiores a los límites permitidos. Las evidencias de una posible contaminación mercurial en la población de la capital departamental encendieron de inmediato las alarmas. Se sabe que el pescado constituye la base proteica del poblador amazónico: el consumo per cápita de este recurso en Madre de Dios alcanza los 50 kg por año, siendo el promedio mucho más alto en las comunidades indígenas.

En el 2012, las pruebas tomadas por el Dr. Luis E. Fernández, renombrada autoridad en la materia y miembro del Departamento de Ecología Global de Stanford, arrojaron cifras todavía más contundentes: el promedio de mercurio encontrado en el cabello de 225 personas sometidas a una medición toxicológica, todos consumidores recurrentes de pescado, fue de 2,73 partículas por millón (ppm), cuando el limite indicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 1 ppm.

La muestra del Instituto Carnegie, asociado esta vez a instituciones locales e internacionales de mucho prestigio, confirmó lo que era un secreto a voces: la población de Puerto Maldonado podría tener tres veces más mercurio en el cuerpo de lo permitido por los estándares internacionales.

Francisco Román

“Mi esposa, uno de mis hijos y yo estamos sobre el nivel permitido”, confiesa el Dr. Román. “Somos miembros del no tan selecto club de contaminados por mercurio en Puerto Maldonado. Estar cerca, para arriba o para abajo del límite, resulta a estas alturas anecdótico. Con decir que el promedio nacional en los Estados Unidos apenas alcanza los 0,2 ppm y en la muestra de Carnegie un poblador de una comunidad nativa llegó a tener 27,44 ppm”.

Las conclusiones de los científicos liderados por el Instituto Carnegie advirtieron que la contaminación mercurial era cinco veces más alta en las comunidades nativas y que de no tomarse las medidas del caso los problemas irían en aumento. Fernández y los entendidos en la dinámica del oro maternitano iniciaron una lucha para que se disponga en la ciudad el retiro de las tiendas de compra y venta de oro donde se separa el oro y el mercurio. En esta parte del proceso el mercurio se libera en forma de vapor y contamina de manera abrupta el medio ambiente.

“En Puerto Maldonado se refogueaba a vista y paciencia de todo el mundo”, acota Román. “A dos o tres cuadras de la plaza principal existían tiendas de compra-venta de oro donde se quemaba a toda hora la amalgama obtenida por los mineros. La intervención multisectorial del Comité Consultivo consiguió prohibir la nociva práctica mejorando la calidad del aire que respiramos”.

Finalmente se procedió al retiro de las tiendas donde se quemaba la famosa amalgama. Hoy se refoguea en las periferias de la ciudad y en los campamentos mineros que se reproducen como por arte de magia en toda la ruta del oro de Madre de Dios.

II

En el 2013 un segundo informe, patrocinado también por Carnegie, esta vez realizado sobre una muestra recogida en pobladores de 24 comunidades de Madre de Dios, elevó el promedio de contaminación por mercurio a 3,0 ppm, recuerda el Dr. Elvis Rojas Jurado, de la Dirección Regional de Salud de Madre de Dios, la institución que lidera el Comité Consultivo de la Estrategia Sanitaria Regional de Vigilancia y Control de Riesgo por Contaminación por Metales Pesados y otras Sustancias Químicas. 

Paradójicamente, en ese informe Puerto Maldonado y Laberinto aparecían en el puesto 20 y 22 de la lista de localidades impactadas directamente por la contaminación. Los primeros lugares de este desastroso ranking lo ocupaban comunidades indígenas de la provincia del Manu (Diamante-Blanquillo, Puerto Nuevo, Monte Salvado y Boca Inambari), cuyos pobladores presentaban niveles promedio de mercurio muy por encima de los límites permitidos: entre 6 y 8 ppm. De seis a ocho veces sobre el límite establecido por los organismos internacionales.

Analizando con detalle el informe del 2013 se advierte que la contaminación mercurial se ha ensañado con las poblaciones consumidoras de pescado –poblaciones indígenas principalmente– que habitan zonas de antigua ocupación minera. Los hombres y mujeres que deberían beneficiarse de los servicios ambientales que proporcionan el Parque Nacional del Manu y las demás áreas protegidas del departamento son los más perjudicados por la fiebre del oro.

Ni qué decir de las localidades vecinas a la carretera Interoceánica en las proximidades de la Reserva Nacional Tambopata. En Manuani y Virgen de la Candelaria, en La Pampa, el tristemente célebre sector de la vía invadido por la minería ilegal, los niveles de mercurio en los organismos humanos superan largamente los 4 ppm. Si agregamos a la lista las localidades de Iberia e Iñapari, que se encuentran fuera del mapa minero pero cuentan con más de 2 ppm por persona, los alcances de la contaminación mercurial en Madre de Dios grafican un escenario de espanto.

Mercado de Puerto Maldonado

Mientras las evidencias se amontonan sobre los escritorios de los burócratas de turno, en el mercado central de Puerto Maldonado los parroquianos se esmeran en adquirir pescado fresco. “Dicen que los pescados del río están contaminados, pero qué se puede hacer, joven, aquí comemos pescado todos los días, es nuestra costumbre, no nos pasa nada, tenemos que poner buena cara nomás”, explica una mujer que hace sus compras en un puesto de venta de carnes de todo tipo

Según datos proporcionados por el Ministerio del Ambiente, los niveles de mercurio en los peces de río varían de acuerdo a la especie, o mejor dicho están relacionados directamente con la posición que ocupan en la cadena alimenticia. Zúngaros, motas, chambiras, bagres y doncellas, predadores carnívoros por excelencia, son los que presentan, de acuerdo a la mediciones realizadas, los mayores contenidos de metilmercurio. Estos peces son los que más se utilizan en la preparación de los alimentos que se expenden en los restaurantes al paso del mercado de Puerto Maldonado. Lo constatamos durante nuestro recorrido.

Para el ingeniero forestal France Cabanillas, miembro del equipo de investigación del Dr. Román, la contaminación mercurial podría estar afectando a otros productos que se consumen en la región.

“Le pondría atención a la papaya”, reveló en La Pampa. “En la zona papayera se utilizan aguas con elevadas concentraciones de mercurio y otros contaminantes, eso es evidente. Pero también debemos investigar el nivel de metilmercurio en los cultivos locales de arroz, yuca, plátanos, castaña…”

Problemas en el paraíso

La posibilidad que Madre de Dios caiga en manos de los vectores que han convertido al dengue, la chikungunya y el zika en una amenaza son reales. Pero para la Dra. Ana María Morales, médico infectóloga de larga trayectoria en la región que acaba de ser nombrada Alta Comisionada Sanitaria del Ministerio de Salud para Madre de Dios, más reales son los brotes de VIH, hepatitis B, tuberculosis y la contaminación por metales pesados que afligen a los más pobres de una región. Morales también estuvo al frente del Centro de Estudio, Investigación y Servicios en Salud Pública de la Amazonía (CENSAP) que forma parte del Comité Consultivo que viene atendiendo la contaminación mercurial.

CENSAP, con el apoyo de las universidades que participan en las investigaciones que el Dr. Fernández ha venido liderando, llevó a cabo el año pasado una última medición sobre muestras de cabello de cinco mil personas identificadas. Se trata del trabajo más serio realizado hasta la fecha en el territorio minero de Madre de Dios y zonas adyacentes. Aunque todavía no se han hecho públicos sus resultados, estamos en capacidad de afirmar que la línea ascendente de la contaminación mercurial no se ha detenido y que el promedio departamental estaría próximo a alcanzar los 4 ppm.

Niños del mercurio

Los déficits que se observan en el proceso de aprendizaje escolar de los niños del oro son evidentes. También los problemas de atención que caracterizan al nuevo poblador de Madre de Dios. Durante nuestro recorrido por la región escuchamos de todo sobre estos problemas: desde el “qué burros son los escolares de estos tiempos” hasta el “qué está pasando con nuestro vecinos que no saben que es lo contrario de la noche”.

“Cuando una mujer en estado de gestación presenta niveles altos de mercurio, es muy posible que éste atraviese la barrera placentaria y contamine al feto”, comenta la Dra. Morales. “De ser así, nacerá un niño cuyo coeficiente intelectual se verá severamente disminuido. El informe PISA nos ubica en el último lugar de todo el país. Se podrá inferir que ese desempeño tiene que ver con la baja calidad educativa en la región, pero la causa podría estar vinculada con el mercurio”.

Según su análisis, no queda otro camino para solucionar los problemas que un abordaje integral, multidisciplinario y multisectorial. “No estamos en contra de la minería, lo que queremos es que la población se entere que su salud se deteriora como consecuencia del uso del mercurio y elija otros métodos de extracción minera”, agrega Rojas. “Hay que estudiar con más rigor este tema. Se necesita capacidad analítica para generar un protocolo nacional que nos permita afrontar la contaminación por mercurio”, insistió el experto en biorremediación Francisco Román.

Triste corolario para los hombres y mujeres que llegaron a la capital de la biodiversidad del Perú buscando mejores perspectivas de vida. Atrapados en un callejón sin salida, víctimas de un sistema que privilegió las ganancias producidas en el negocio minero, ellos forman parte de un segmento de la población nacional contaminada por un metal cuyo daño en la salud es de imprevisibles consecuencias. Zombis en unas localidades amazónicas tomadas por el mercurio.

¿Y tú cómo te sientes?, le lanzamos la pregunta a Harold Cárdenas Shimbo, técnico de la posta médica de Puerto Rosario de Laberinto, el centro poblado donde iniciamos nuestras pesquisas. “Fatal”, dice con los ojos cerrados. “Tengo los mismos síntomas que veo en mis pacientes”.

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