En su último discurso del estado de la Unión, Barack Obama volvió a mostrar su determinación para impulsar la transición que deje atrás las industrias del petróleo y el carbón. “¿Cómo hacer que la tecnología trabaje para nosotros, y no contra nosotros, especialmente cuando hay que resolver desafíos urgentes como el cambio climático”. Esta fue señalada por el presidente como una de las cuatro grandes preguntas a las que debe responder Estados Unidos en la próxima gestión.
El mandatario se centró principalmente en la transición hacia las energías limpias. “Hace siete años, hicimos la mayor inversión en energía limpia de nuestra historia. Aquí están los resultados. En campos de Iowa a Texas, la energía eólica es ahora más barata que las más sucias convencionales. En los tejados de Arizona a Nueva York, la energía solar está ahorrando a los estadounidenses decenas de millones de dólares al año en sus facturas energéticas, y empleando a más estadounidenses que el carbón –en trabajos de media mejor pagados–”, destacó el presidente, que señaló otro cambio esencial para los ciudadanos: “Estamos avanzando para dar a los propietarios de las casas la libertad de generar y almacenar su propia energía”, algo que, como explicó, ha unido a algunos ambientalistas y miembros del Tea Party.
“Mientras tanto, hemos cortado nuestras importaciones de petróleo foráneo cerca del 60% y hemos reducido la contaminación de carbono más que ningún otro país en la Tierra. El gas por debajo de los 2 dólares el galón tampoco está mal”. Subrayó el presidente, que no habló específicamente del enorme impulso dado también durante su mandato a los combustibles fósiles alternativos, como el shale gas o el fracking.
“Ahora tenemos que acelerar la transición para dejar atrás la energía sucia. En lugar de subsidiar el pasado, tenemos que invertir en el futuro, especialmente en comunidades que dependen de los combustibles fósiles. Es por eso que voy a impulsar cambiar la forma en la que se gestiona nuestros recursos de petróleo y carbón, para que reflejen mejor el costo que suponen para los contribuyentes y nuestro planeta”, señaló, aunque no detalló cómo piensa hacerlo.
Veremos si la poderosa industria estadounidense toma la posta. Difícil, ¿no?