Durante muchos años, la prensa deportiva peruana y la afición se hizo la clásica pregunta que muchos nos hacemos cuando ocurre una desaparición prematura, como la de los 16 futbolistas del plantel de Alianza Lima de 1987 que fallecieron en el trágico accidente del Fokker F-27 en el mar de Ventanilla: ¿Qué hubiera sido de ellos?

La respuesta más común es que se esperaba que esa generación representara el recambio que necesitaba el fútbol peruano de aquella época, que ya había visto retirarse a Cubillas, Sotil, Velásquez, Oblitas, entre otros, que nos clasificaron a los mundiales e incluso levantaron la Copa América de 1975. 

La decadencia se comenzaba a notar ese mismo año de 1987, cuando en la Copa América de Argentina, si bien le empatamos al equipo local, no pudimos ganarle a un entonces modesto equipo ecuatoriano. 

Los resultados a nivel de clubes ya comenzaban a ser vergonzosos: los equipos peruanos no pasaban de la primera fase ante cuadros bolivianos y venezolanos, considerados inferiores a nivel de selección.

Entonces aparecieron los "Potrillos" del Alianza Lima, que con su juego vistoso y alegre, pretendían recuperar esa esencia del fútbol peruano que ya comenzaba a perderse. En 1986 fueron subcampeones, y tras una primera mala parte al año siguiente; en el siguiente torneo iban primeros, demostrando el juego que siempre caracterizó a los Íntimos de La Victoria.

El accidente del 8 de diciembre de 1987 acabó con las expectativas que se tenían. Desde ese momento surgieron muchas afirmaciones, más que preguntas. Por ejemplo, que ese equipo de "Los Potrillos" debía ser la base de la Selección que enfrentaría las eliminatorias para Italia 1990. Y que nuestro querido Marcos Calderón, nueve veces campeón nacional y el único entrenador que levantó una Copa América y nos clasificó a un mundial, debía dirigir una nueva gesta para volver a una Copa del Mundo luego de ocho años.

Uno de los caídos, José "Caíco" Gonzales Ganoza, había llegado a convertirse en el mejor arquero del momento. Tanto así, que tras varios años de ser suplente, a los 33 fue el titular en la Copa América de ese año. Para las eliminatorias del mundial de Italia hubiera llegado a una edad ideal para un portero.

Nuestro futbolista emblema hubiera sido Luis Escobar. El "Potrillo" ha sido considerado por muchos como superior a Waldir Sáenz, el goleador histórico de Alianza Lima. Quizás Flavio Maestri no hubiera sido nuestro centrodelantero en los 90: para eso estaba Alfredo Tomassini, que a los 22 años tenía un futuro prometedor. Y Johnny Watson, campeón con Sport Boys en 1984, habría sido su acompañante en la ofensiva. Tomás "Pechito" Farfán hubiera suplido esa deficiencia que tuvimos en la zona del lateral derecho. Todo eso contando con la sapiencia del "Oso" Calderón en el banco, al que se agregarían futbolistas de otros equipos.

Todos esos "hubiera", frase considerada inútil, quedan reforzados por cómo nos fue luego de 1987. En 1989 hicimos la peor eliminatoria de nuestra historia, al perder todos los partidos con Uruguay y Bolivia, incluida una derrota histórica ante esta última selección en Lima. 

En 1993 solo sumamos un punto en seis partidos ante Argentina, Colombia y Paraguay. En ambos casos, se trajo a técnicos de cierto prestigio como José Macía "Pepe", brasilero excompañero de Pelé en el Santos de los 60; y Vladimir Popovic, que había sido campeón europeo con el Estrella Roja de Belgrado. Con el tiempo, no se les puede culpar tanto: la verdad es que estábamos en la lona y no nos dimos cuenta. A finales de esa década de 1990 insinuamos una supuesta recuperación, cuando "casi" nos clasificamos a Francia 1998. Pero después volvimos a lo mismo.

Uno de los sobrevivientes fue el actual técnico de Melgar, Juan Reynoso, a quien le tocó vivir esta etapa nefasta de la Selección peruana. El "cabezón", en ese entonces de 18 años, no viajó a Pucallpa por una lesión, y porque providencialmente, Marcos Calderón le impidió acompañar al equipo. 

Más allá de las teorías y especulaciones, lo cierto es que con el trágico accidente de Ventanilla, se perdió toda una generación brillante, que hasta el día de hoy nos duele.

Foto de cabecera: Archivo El Comercio.

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