En los últimos días la salida de prisión de Péter Cárdenas Shulte tras cumplir su condena de 25 años, ha despertado la indignación de un gran sector de la sociedad que sostiene que 'terrorista siempre será terrorista' y merece quedarse de por vida tras las rejas.

Un sector que, sin embargo, ignora -o busca ignorar- que se trata de una condena cumplida que debe respetarse en un estado de derecho, porque precisamente de eso se trata la democracia. Pero no, para ellos la sentencia de un juez vale nada al lado de aquellas que fueron impuestas por tribunales con jueces sin rostro.

Precisamente para intentar salir de esa línea alarmista que muchos pretenden imponer satanizando y tildando de 'proterrucos' a quienes buscan ver el tema con paños fríos, el sociólogo y redactor del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Eduardo González Cueva, publicó en su página de Facebook un breve texto que recuerda algunas leyes inventadas por el fujimorismo que no impusieron penas, sino que otorgaron prácticamente una amnistía a muchos terroristas.

Vale la pena compartirlo.


A ver, a ver. La derecha, como siempre hipócrita, ahora se rasga las vestiduras porque antiguos miembros del MRTA y SL salen de la cárcel luego de cumplir la INTEGRIDAD de su condena.

Pero, claro, ocultan que en 1993 fue la dictadura fujimorista la que aprobó la infame "Ley de arrepentimiento" que garantizaba la reducción, exención o remisión completa de la pena a los miembros de los grupos armados.

Bajo esa ley, cientos recibieron, en la práctica, una AMNISTIA COMPLETA, sin responder jamás por sus acciones. Además, como la condición del beneficio era dar información al gobierno, y esa información no era verificada adecuadamente, cientos de inocentes fueron a dar a la cárcel.

En los hechos, para salirse, los desertores "echaron" al doctor que curó bajo amenazas a uno de ellos, o a la señora que preparó un almuerzo, o a la enamorada, o al vecino con el que tenían una enemistad.

Es decir: el fujimorismo amnistió a miembros de SL y MRTA, que no tuvieron que cumplir un día en la cárcel y apresó a cientos de inocentes. Tan evidente fue el fraude que el propio Fujimori tuvo que aceptar que el padre Lanssiers revisara las condenas.

Y cuando, en efecto se capturó a dirigentes, los juzgaron sin ninguna garantía legal, en condiciones salvajes, dando lugar a la obligatoria revisión de todos los casos.

Pero ahora resulta que "la culpa la tiene Paniagua". Qué tal sinvergüenzada y aprovechamiento de la desmemoria ciudadana.


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