Peter Mock y John German, de la ONG Clean Transportation, buscaban probar que los controles ambientales eran más exigentes en EEUU que en Europa, pero nunca se imaginaron lo que hallarían. 

Es así como estos dos ecologistas descubrieron el fraude de Volkswagen, escándalo que se tumbó al CEO del fabricante alemán y daño -quizá de forma irreparable- la reputación de la firma.

La historia comenzó cuando Mock y German, convencidos de que los organismos de control ambiental europeos eran demasiado blandos, empezaron a trabajar para demostrarlo. 

Para ello buscaron la ayuda de la Universidad de West Virginia, que había desarrollado un sistema de medición de emisiones de gases contaminantes que se podía ubicar fácilmente en los vehículos.

Con la parte técnica resuelta, Peter Mock (miembro de Clean Transportation en Europa) y John German (representante en EEUU) comenzaron con las pruebas, e instalaron los dispositivos en los tubos de escape de autos de distintas marcas y registraron la polución producida en trayectos de 2.000 kilómetros.

Así descubrieron el fraude de Volkswagen. Para su asombro, el Jetta emitía 35 veces más óxido de nitrógeno de lo permitido, y el Passat, 20 veces "Fue impactante", contó German. "No teníamos motivos para sospechar. Pensamos que los vehículos serían limpios", dijo en una entrevista reciente.

Entonces, luego de comprobar que no era algo aleatorio, enviaron un informe a la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus sigla en inglés) de Estados Unidos, ente que abrió formalmente una investigación contra la automotriz alemana en mayo de 2014.

EPA corroboró las irregularidades y presionó a Volkswagen para que diera explicaciones, pero ninguna de las que dio convencía, y solo prometían hacer modificaciones, que tampoco eran suficientes.

Finalmente, el escándalo estalló esta semana, cuando los directivos de la compañía confesaron la verdad. El resto es historia conocida. 

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