La fuga del narcotraficante Joaquín 'El Chapo' Guzmán, por segunda vez, de una cárcel de México es producto de un combo fatal: corrupción más incompetencia

Es decir, la incapacidad de un sistema carcelario para recluir a criminales de su tipo, sumada a los intereses subalternos que van desde los simples mandos medios hasta las más altas esferas políticas mexicanas. Negligencia y dolo en partes iguales.

Pero entonces, ¿cuál sería la solución? Para empezar, algo que debe quedar claro: después de su primera huida, en el 2001, y la posterior recaptura, en el 2014, 'El Chapo' Guzmán nunca debió ser internado en una prisión de su país. El camino correcto (y único) debió ser la extradición.

El escritor mexicano Yuri Herrera lo explica muy bien en una columna para el diario español El País (recomiendo leerla completa, en este enlace): Estados Unidos debería hacerse cargo de procesar a los delincuentes que financian todas sus acciones desde ese país.

“[‘El Chapo’ Guzmán] Tendría que haber sido extraditado, por supuesto. Y no sólo él, sino todos los actores del negocio que se financia desde allá y cuyas reglas desde allá se han establecido. Habría que cumplir a la clase política estadunidense las fantasías que sólo se atreven a expresar a través de patiños como Donald Trump, y enviarles a los criminales que compran allá sus armas. Quizá entonces notarían la diferencia entre estos y las comunidades enteras de gente honesta que han migrado para trabajar sin prestaciones.”

Herrera critica que el gobierno de México se haya negado a extraditar al ‘Chapo’ a los EEUU aduciendo que debía ser juzgado y sentenciado en su país. Un gesto de aparente dignidad, pero que en realidad esconde otros escenarios en que solo se dedicaron a “aceptar acríticamente los lineamientos de cada presidente estadounidense desde Nixon sobre la estúpida y criminal «guerra contra las drogas»”.

“México es un país donde la ley parece ser muy dura cuando se trata de meter en cintura a jóvenes revoltosos, ciudadanos que buscan maneras de defenderse o trabajadores que toman las calles para protestar contra la superexplotación. Pero no cuando se trata de investigar a los grandes hombres de negocios que han lavado millonadas al crimen organizado o de altos funcionarios que acrecientan su patrimonio de forma milagrosa.”

Duro y directo. Y el análisis de Herrera apunta directamente al mentón del principal responsable político, el presidente Enrique Peña Nieto, quien en medio de la crisis por esta fuga ha viajado a Francia y que hace un año dijo que otra huida del ‘Chapo’ sería imperdonable. Esclavo de sus palabras.

Remata Yuri Herrera:

“Frecuentemente los poderosos entienden por “pericia política” la capacidad de cometer trapacerías y al mismo tiempo aparentar que las persiguen. A los nuestros, la pericia ya no les da para sostener esa fachada. O aprenden, contra todos sus instintos, a hacer política de verdad, es decir, a tomar en cuenta otras voces, y toman decisiones radicales para convencer a la ciudadanía de que “justicia” no es sólo una palabra en el teleprompter, o tienen que irse.”


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