En realidad muchos ateos y agnósticos en el mundo se habrán preguntado ¿pero qué le pasó a Evo Morales para aceptar la visita del cura Jorge Mario Bergoglio? ¿Dónde quedó ese presidente que criticaba la institución a la que el argentino representa y que a la vez consideraba que debía desaparecer del país altiplánico?
Pues no sabemos si fue con 'cachita', pero el intercambio de regalos entre el mandatario y el argentino debe haber despertado los aplausos de muchos y llevado la mano a la cabeza a muchos más.
Y es que durante su reunión en Palacio Quemado, Morales le entregó a Bergoglio, además de cuadros con imágenes religiosas y el "Libro del Mar" -documento que resume los argumentos históricos, diplomáticos y jurídicos que ha usado Bolivia para demandar a Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ)-, una figura muy particular: un cristo crucificado sobre una hoz y un martillo, símbolo de la unión de los trabajadores y también del comunismo a nivel mundial.
Bueno, y no es que nosotros querrámos ser pesados, pero no es descabellado pensar que iba con segunda ¿no? Porque todo bien con los jesuitas y con Bergoglio (jesuita también), pero este no deja de representar hoy a una institución que se ha dedicado por décadas a perseguir a quienes mantienen ideas afines a dicha corriente ideológica.
¿A qué obedece el regalo, entonces? Según la explicación 'oficial' se trata de una reproducción de una figura que hizo el sacerdote jesuita Luis Espinal, asesinado en 1980 por paramilitares por su compromiso con las luchas sociales en Bolivia y a quien el argentino homenajeó esta tarde. ¡Ajá! ¡Entonces ya entendemos! ¿Será acaso que Evo le habrá hecho el regalito para que no olvide lo que predica y lo que hizo la Iglesia Católica?
No lo sabemos, pero viendo la cara de Jorge Mario, preferimos jugar e imaginar nuestra propia versión de lo que se dijeron.
-Pero Ché, Evo... ¿cómo querés que lleve esta cruz al Vaticano?
-No, Apu Pancho, es para que se la mande a Cipriani.
Grande, Evo. Una del recuerdo
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