La encíclica verde del Papa Francisco, "Laudato si", ha sido calificada como un hito por la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), porque nunca un máximo líder de la Iglesia Católica habló tan directamente sobre el medio ambiente.

Sin embargo, la ideología y el dogma de la religión limitan la capacidad del papa Francisco de entrar al debate sobre el cambio climático -un problema con una base científica sólida- de forma objetiva, asegura el reconocido cosmólogo Lawrence M. Krauss, doctor en Física Teórica por el MIT.

lawrence m. krauss

Krauss reconoce la importancia de que el Papa Francisco redacte una encíclica sobre el medio ambiente cuando los líderes del mundo están perfilando un enfoque global para hacer frente al cambio climático.

Además, en su post publicado en Scientific American, asegura que es uno de los documentos con mayor base científica emitidos por el Vaticano desde que el Papa Juan Pablo II discutió la evolución en 1996: Francisco afirma que la actividad humana es la principal causa del cambio climático y que sus impactos afectan en mayor medida a los más pobres del mundo.   

"...numerosos estudios científicos indican que la mayor parte del calentamiento global, en las últimas décadas, se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxido de nitrógeno y otros) emitidos principalmente por la actividad humana", indica la encíclica. 

Pero, el Papa Francisco rechaza, basado solamente en teología, una de las soluciones más propicias para enfrentar el cambio climático, advierte Krauss: 

"En el capítulo titulado 'Evangelio de la Creación' (...) su análisis bíblico lleva a la falsa conclusión de que los métodos anticonceptivos y el control de la población no son estrategias adecuadas para ayudar a un planeta con recursos limitados". 

Krauss explica que una población de 10 mil millones para el año 2050 será probablemente insostenible (no habrá recursos suficientes); además, los problemas ambientales que crea la sobrepoblación también afectan más a los países pobres, donde el acceso a los anticonceptivos y el aborto es a menudo limitada

En última instancia, el camino más seguro para salir de la pobreza es empoderar a las mujeres para que controlen su propia fecundidad; esto les permitirá ofrecer a sus hijos (y a ellas mismas) un mejor acceso a la educación, asistencia sanitaria y, finalmente, crea incentivos para la sostenibilidad del medio ambiente, concluye Krauss. 

(Foto de portada: ALETEIA.ORG)


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