La legalización del uso terapéutico de la marihuana no incrementa el consumo en los jóvenes, sustenta un nuevo estudio publicado en la revista inglesa de medicina The Lancet Psychiatry. Los resultados son un argumento contundente contra los miedos que arguyen los detractores de que el uso terapéutico de la marihuana incita al mayor consumo entre los jóvenes debido a que la percepción de los daños disminuye.
La comparación del consumo de marihuana antes y después de las leyes de regulación en Estados Unidos señala, por el contrario, que el consumo de marihuana en los jóvenes no se altera: 16,25% era el consumo antes de las normas y luego pasó a 15,45%, cifras que se mueven en el mismo margen de aproximación.
El dato más llamativo, sin embargo, es que tras la implementación de la regulación el consumo en los jóvenes de menor edad se redujo de 8,1% a 6%, lo que los investigadores intuyen se puede deber a que la marihuana pasa a considerarse más como medicina que como un elemento recreativo o de ocio.
“Nuestros hallazgos aportan la evidencia más sólida alcanzada hasta el momento de que el uso de marihuana por parte de adolescentes no se incrementa después de que se legalice su uso médico”, ha dicho a El País la profesora de epidemiología Deborah Hasin, que curiosamente antes del proyecto se resistía a la regulación.
LA INVESTIGACIÓN
Los diez investigadores que participaron en el estudio, la mayoría profesores de los departamentos de epidemiología, psicología y estadística biológica de las universidades de Columbia y Michigan, se basaron en los datos recogidos por el proyecto Monitoring the Future que desde 1975 recoge información sobre los hábitos de la juventud norteamericana.
De toda la información existente se concentraron en las respuestas entre los años 1991 y 2014 de poco más de un millón estudiantes (1.098.270) entre los 13 y 18 años tanto de estados que aún mantienen la prohibición como de los que han permitido el uso médico.
El uso médico de la marihuana, que se da en 23 de los 50 estados de Estados Unidos, se da bajo supervisión médica para cuidados paliativos, pero también para combatir los efectos de la quimioterapia o síntomas de enfermedades como la esclerosis múltiple.
