Científicos de Stanford, California, crearon espejos especiales que reemplazan a los aparatos de aire acondicionado comúnmente empleados para mantener las casas a temperatura ambiente. Estos extraordinarios cristales captan los rayos solares y los envían de vuelta a las profundidades del espacio, con lo cual logran suplir la función de los aparatos refrigerantes que usamos diariamente, especialmente en verano. 

eL PROFESOR SHANHUI FAN AL MEDIO JUNTO CON SUS ALUMNOS EN EL LABORATORIO DE LA UNIVERSIDAD DE STANFORD: FOTO: news.stanford.edu

Según Shanhui Fan, líder del proyecto en la Universidad de Stanford, los espejos, colocados correctamente sobre los techos, ahorrarían una gran cantidad de energía eléctrica usada únicamente para proveer aire acondicionado a grandes centros comerciales y edificios corporativos. Estos espejos recortarían el gasto significativamente, considerando que el 15% de energía, en los Estados Unidos, se emplea solo en estos costosos aparatos. 

El instrumento ya fue probado en algunos techos de California, donde los científicos comprobaron que las casas con cobertizos negros llegaban a alcanzar 60C más que la temperatura ambiente durante el día; los techos de aluminio, cerca de 40C más; mientras que el espejo mantenía el edificio 5C más fresco que la temperatura del aire circundante.

“Si cubres gran parte del techo con este espejo, notarás cuánta energía puedes ahorrar. Definitivamente podrás reducir la electricidad que normalmente usas para encender el aire acondicionado”, contó a The Guardian Fan. "Por momentos, incluso podrías apagar completamente el aire acondicionado”, añadió.

¿Cómo funciona?

Este espejo fue diseñado para captar el 97% de luz que recae sobre sus partículas para luego activarse como un radiador térmico. Es decir, tras absorber todo el calor posible, el espejo, luego, lo libera en una longitud de onda de luz infrarroja específica que traspasa fácilmente la atmósfera hasta salir al espacio.

Pero para mantener el edificio o la casa fresca, el espejo requiere aquello que los científicos han llamado un “disipador de calor”, el cual debe mantenerse más frío que el objeto que desea mantener temperado. Por ejemplo, un balde de hielo enfriaría una botella de vino porque cumple la función de disipar el calor del líquido. Si usamos un balde lleno de carbón ardiente, el efecto será totalmente diferente, ilustra el científico. Así, el espejo creado en Stanford toma el “disipador de calor” más grande: el universo.

“La oscuridad y el frío del universo puede ser usado como una fuente termodinámica renovable, incluso durante las más altas temperaturas del día”, comentó el científico a cargo en la revista Nature.

De acuerdo a Shanhui Fan, el precio de estos espejos podría ir de 20 a 70 dólares por metro cuadrado. Calcula que se ahorraría hasta 100 megavatios por año en solo tres pisos de un edificio comercial.

Como un aparato sacado de una película de ciencia ficción, el espejo es tan fácil de usar que solo requiere colocarse en contacto directo con el objeto que desea enfriar. Por ejemplo, si se elige cubrir todo el cobertizo de una casa, el espejo mantendrá alejado el calor del sol. Eso sí, aunque aparte las altas temperaturas, difícilmente disminuirá el calor del interior producido por la cocina o las duchas.

Con este invento se espera disminuir los efectos del calentamiento global y reducir el consumo exagerado de electricidad empleado solamente en aire acondicionado.

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