La COP 20, la vigésima edición de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se reúne en Lima este diciembre, no sucede en el vacío. Por el contrario, como el numeral de su nombre indica, es parte de una historia ya nutrida de eventos similares, todos con una agenda única: idear, establecer y darles continuidad a mecanismos que permitan a la humanidad luchar contra el cambio climático. El estado actual de esa lucha sugiere lo poco que se ha avanzado. 
de copenhague a lima: una cronología

¿Qué podemos/debemos esperar de la COP 20? Una breve cronología de lo que han sido las cinco últimas COPs podría ayudarnos a determinarlo, pues identifica los problemas centrales de la negociación. En cuenta regresiva: 

COP 19, Varsovia 2013 Según las decisiones del año previo, en 2013 se debían definir las responsabilidades respectivas de las naciones industrializadas y las naciones pobres con respecto al cambio climático; sin embargo, las "contribuciones" de los países quedaron finalmente a consideración voluntaria y no se estableció un mecanismo para la determinación de responsabilidades. Esta COP fue la primera en la historia en la cual las promesas y compromisos de mitigación por parte de las naciones desarrolladas decrecieron en lugar de aumentar. No se logró un acuerdo sobre transferencia tecnológica. Se estableció un "mapa" pero no un cronograma estricto para el acuerdo al que se debe llegar en 2015. No se establecieron compromisos y mecanismos concretos para cumplir con las promesas de financiamiento establecidas en 2009. Avances: decisiones significativas con respecto a REDD+, el acuerdo de Reducción de las Emisiones causadas por la Deforestación y la Degradación Forestal; establecimiento de un mecanismo para la compensación de las Pérdidas y Daños causados por el cambio climático.

COP 18, Doha 2012  Las partes extendieron el Protocolo de Kyoto, que estaba expirando. No se logró establecer un mecanismo para dotar los US$100,000 millones comprometidos en la COP 15 para el financiamiento de la lucha contra el cambio climático en los países pobres.

COP 17, Durban 2011  Se estableció la Plataforma de Durban para la Acción Reforzada, marco para el establecmiento de nuevos protocolos para reducir las emisiones de gases. La Plataforma establece que este nuevo acuerdo debe firmarse en 2015 (de ahí la importancia de la COP de Paris). La Unión Europea se comprometió a extender sus objetivos el Protocolo de Kyoto; Rusia, Japón y Canadá no lo hicieron. 

COP 16, Cancún 2010  Se estableció oficialmente el límite de 2C para el calentamiento global tolerable; se estableció en Fondo Verde del Clima, por el cual las naciones desarrolladas deben proveer de financiamiento a las naciones pobres para la lucha contra el cambio climático. 

COP 15, Copenhague 2009  Se esperaba un acuerdo vinculante para reemplazar el Protocolo de Kyoto. No se logró. En las horas finales de esta COP, Estados Unidos, Brasil, China, Indonesia, India y Sudáfrica lanzaron el "Acuerdo de Copenhague", que es voluntario, sin carácter legal. El Acuerdo reconoció la necesidad de limitar el aumento promedio de la tenmperatura global a 2C y pidió a las naciones desarrolladas que se comprometan a reducciones (voluntarias) de los gases de efecto invernadero. Se prometieron US$100,000 millones de financiamiento para las naciones pobres.

¿y lima?

No sabemos aún qué significado tendrá el nombre "Lima" en la historia de las negociaciones climáticas globales, pero lo sabremos pronto. Quizás acabe siendo sinónimo de avance y progreso en el camino a un nuevo acuerdo climático mundial, que deberá ser completado y ratificado en París en 2015. Quizás termine más bien representando un eslabón más en la inacción y la ineficiencia, como lo hacen ahora los nombres de "Copenhague", "Doha" o "Varsovia". 

Para que la reunión de Lima sea un éxito, la historia de las COPs del último lustro señalan que dos cosas son absolutamente necesarias. Una es la toma de acuerdos vinculantes para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que puedan ser completados y ratificados en París el próximo año. Otra es el compromiso real y efectivo de las naciones desarrolladas, más allá de las promesas, con el Fondo Verde y otros mecanismos de financiamiento establecidos a lo largo del proceso, y hasta ahora trabados. Sin esas dos cosas la COP 20 nos habrá hecho retroceder en lugar de avanzar.

Porque la verdad es esta: el numeral que distingue a la COP limeña representa dos décadas de trabajo en la solución al problema más importante que enfrenta la humanidad, un problema con implicancias existenciales para la especie, y lo que esas dos décadas tienen para ofrecernos como resultado es poco, o nada. El problema sigue ahí. De hecho, el problema se ha vuelto aún más urgente de lo que era al iniciarse este proceso, en Berlín (COP 1, 1995).

Esto nos lo ha recordado hace menos de un mes el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, en su Quinto Informe de Evaluación. Esta entidad -que muchos consideran tímida y conservadora en sus evaluaciones- lleva el pulso de los consensos científicos sobre el problema, y nos ha dicho esto: la actividad humana sí causa el cambio climático; el cambio climático está aquí ya, ha sucedido, y lo que nos toca es adaptarnos; la situación es más grave de lo que se pensaba, y empeorará aún si se toman ahora mismo las medidas más urgentes; con cada minuto que pasa, los costos del cambio climático se hacen mayores y la posibilidad de adaptarnos a sus consecuencias, menor.

Nos ha dicho eso, y varias cosas más. Esta información no es nueva. Detalles más, detalles menos, los lineamientos del consenso científico ya estaban claros en 1995, y de hecho son la motivación detrás de los acuerdos internacionales cuyas "partes" vienen a reunirse en Lima en diciembre. Y a pesar de ello, la historia de las COPs no es motivo de esperanza. Si el pasado fuera evidencia del futuro, no habría vuelta que darle: estaríamos perdidos.

Ojalá que dentro de unas semanas, cuando acabe la COP 20, podamos decir que no fue así. 


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