En Lima, el tráfico de vehículos puede adquirir matices de pesadilla. Ir en bus por Javier Prado, manejar por la Vía Expresa hacia el centro de Lima o encontrar la autopista al sur desde Benavides o Angamos es una tortura. La felicidad en Lima depende de la suerte y buena disposición de dos situaciones: que el conductor del bus no "aguante el semáforo" en cada esquina o que el taxista conozca bien una ruta poco transitada. En Lima casi nunca nadie tiene suerte. 

Visto desde una gran altura, puedes parecer un pequeño e insignificante punto negro en el tráfico que, a veces, se extiende por kilómetros. Pierdes tiempo, gasolina, plata, compartes horas de tu vida con extraños en un sistema que, indolente, nos mata minuto a minuto. La solución para un limeño perturbado por la ciudad: no salir de casa.

¿POR QUÉ EL TRÁFICO EN LIMA PARECE DE MAL EN PEOR?

Matteo Stiglich, especialista en Planificación Urbana, sostiene que el crecimiento del número de autos privados -incluidos los que brindan servicio de taxi- es un factor fundamental para explicar la congestión vehicular. Según Stiglich, "la congestión es un problema de distribución del espacio y el auto es el modo de transporte que más espacio utiliza por persona".

Las combis y coasters utilizan más espacio por ciudadano que los buses u otras unidades más grandes. Sin embargo, el especialista dice que "si reducimos el espacio usado por el transporte público al poner unidades más grandes, el espacio liberado puede ser ocupado por autos privados, manteniendo los niveles de congestión, especialmente en un contexto en el que el uso de autos está creciendo considerablemente".

Stiglich enfatiza: "incluso si el transporte público ocupa más espacio que el que podría ocupar con un sistema alternativo, sigue ocupando menos espacio por persona que el que ocupan los autos".

andina

¿Cómo influye esta situación en la movilidad de los ciudadanos? 

Si aumenta la congestión, todo va más lento. Se puede mejorar las vías, pero el uso del auto puede ampliarse y así entrar en un círculo vicioso: a más vías, más autos. Si aumenta el número de autos, según Stiglich, es común que se proponga aumentar la capacidad vial, "con lo que se genera un impacto negativo en los modos de transporte más usados por la población".

¿Como atiende a esta situación la actual reforma del transporte?

Stiglich sostiene que la reforma del transporte actual no tiene un mayor impacto en la congestión a nivel metropolitano. Y argumenta: "Es cierto que al introducir unidades más grandes, el transporte público va a necesitar menos espacio para trasladar a la misma cantidad de gente. Pero es muy probable que ese espacio pase a ser ocupado por vehículos particulares, como está ocurriendo en la avenida Arequipa. Quizás en zonas de la ciudad en las que menos gente usa autos eso no ocurra, y la congestión en efecto disminuya. Pero los principales beneficios de la reforma van por otro lado". Estarían más en la disminución del tiempo que se usa en diferentes rutas que en resolver la congestión misma y los nudos que nos arruinan día, noche, mañana o tarde.

¿Qué medidas pueden aliviar la congestión vehicular en Lima?

Matteo Stiglich propone que se deje de pensar el tráfico como el principal problema. Explica: "Uno puede dejar los niveles de tráfico privado intactos o incluso empeorarlos, y aun así mejorar considerablemente las condiciones de movilidad del 80% de los limeños."

¿De qué manera? "Hay que darle corredores exclusivos a los buses, aislándolos de la congestión producida por los vehículos privados. Si se busca que el tiempo de viaje en transporte público se reduzca, es algo que la reforma debe priorizar".

Stiglich sostiene que "Lima tiene una ventaja frente a ciudades de ingreso y población similares: la proporción del uso de autos es todavía baja; según algunas mediciones alrededor de 10% de los viajes se hacen en auto".

El uso de auto en Lima tiene mucho que ver con que la adquisición de uno es visto como una señal de progreso personal y de desarollo. Una idea muy arraigada que hace sentir su impacto en la economía de la ciudad. Por eso, Stiglich opina que una forma de aliviar la congestión "es reduciendo el ritmo al que se venden autos, ya sea aumentando los impuestos a la venta o creando un límite de licencias (placas) disponibles por año". Pero él mismo considera que esta solución, aunque interesante, no es viable.

andina

¿Por qué debemos subsidiar a quienes usan el modo de transporte que más costos nos genera, y que además suelen venir del sector más rico de la población?", concluye Stiglich.  

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