Publicado: 2014-01-29
Luego que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya emitiera su veredicto final por el diferendo marítimo entre Perú y Chile, Claudio Grossman, pieza clave de la delegación chilena ante la CIJ, brindó una entrevista a BBC Mundo para analizar las repercusiones del fallo y la naturaleza de demandas de este tipo. Grossman, también decano de la Escuela de Leyes de la Universidad de Washington, enfatizó que el reciente caso no crea ningún precedente a favor de Bolivia, nación que también ha iniciado un proceso en La Haya para resolver una disputa marítima con Chile.
- ¿Qué lecciones deja el fallo de La Haya para la región latinoamericana?
- La primera lección es que estamos viendo en operación cómo se resuelve una disputa a través de un instrumento jurídico como la Corte Internacional de Justicia. Eso refleja la madurez de la región. Pero también es importante señalar que no se debe incentivar el recurso a la CIJ con disputas artificiales. Así que la segunda lección es que, si bien es valioso que una decisión se tome en la corte, también es valioso que se evite presentar ante la corte conflictos innecesarios entre países, demandas frívolas o temas resueltos hace mucho tiempo.
La tercera lección importante de este fallo es que Perú y Chile han planteado que darán cumplimiento a la decisión, aunque no estén satisfechos con ella. La decisión se puede criticar, eso es parte de la libertad de expresión que tenemos, pero existe una obligación de cumplimiento que aquí se respeta. - ¿Existe hoy el riesgo de que un país lleve una disputa artificial ante La Haya?
- Claro que hay riesgos de esa naturaleza, hay que advertirlo. El sentido común no está legislado. Aquí existe una opción de acceder a la justicia, pero también hay que tener en cuenta que la presentación de demandas crea dificultades políticas que pueden ser innecesarias, o que se pueden resolver de otra manera, o que no son sólidas. Es positivo que existan mecanismos internacionales, pero hay que advertir que no hay que recurrir a esos mecanismos sin una base jurídica muy sólida, porque se incurre en gastos y se generan tensiones.
- Bolivia también presentó una demanda contra Chile ante La Haya, aunque el presidente Evo Morales ha dicho que no pierde la esperanza de llegar a algún acuerdo con el gobierno de Michelle Bachelet, ¿Hay algún elemento en la decisión de La Haya sobre la demanda peruana que afecte la posición boliviana?
- De acuerdo a los estatutos de la CIJ los fallos sólo resuelven la disputa presente ante los jueces. Por lo tanto, la aplicación del fallo sólo concierne a Chile y Perú. Indirectamente, habría que ver si la corte planteó en su razonamiento algún principio que fuera aplicable a las aspiraciones de Bolivia, y me parece que no hay nada en este fallo que favorezca a Bolivia.
Por el contrario, lo que uno ve es que la Corte habla de una frontera marítima y la establece basada en diferentes prácticas y en el tratado de 1954. La Corte sabe que el delicado oficio de las relaciones fronterizas se ha construido a lo largo de mucho tiempo y no sólo atañe a los países individuales. Es un principio muy importante en derecho internacional que los tratados de fronteras no pueden ser cuestionados ante la corte. A mi juicio, aquí no hay nada que favorezca a Bolivia. Si hay algo que hace la Corte es reafirmar la existencia de un acuerdo previo que no se podía tocar. No me parece que eso favorezca a Bolivia, al contrario. - ¿De qué manera la Corte respetó la postura chilena en torno a los tratados?
- La Corte planteó en su razonamiento la existencia de una frontera marítima entre ambos países. A juicio de una mayoría de los jueces, esa frontera no alcanzaba las 200 millas. La disputa estuvo en la extensión. Pero lo que importa es que la Corte planteó que existía un borde marítimo entre Chile y Perú, se refirió al tratado de 1954. Y eso lo hizo por la casi unanimidad de sus miembros. Una mayoría relativa decidió reducir la extensión de esa frontera a las 80 millas. Pero el voto de minoría, y entre ellos el del Presidente de la Corte, estaba por mantener las 200. Eso es bien impresionante, es importante que la disidencia la haya planteado el Presidente de la Corte. Creo que hablo con objetividad. Lo que importa es la Corte aceptó el razonamiento de que había una frontera marítima entre los dos países.
- La identidad, las rivalidades históricas no cambian por ley, pero ¿puede cambiar el fallo la relación entre Chile y Perú?
- Las cosas no cambian con un fallo. Las cosas cambian cuando hay un compromiso político. Cuando se desarrolla una narrativa común que captura la imaginación de la gente, cuando el liderazgo de sus políticos, de sus intelectuales articula intereses comunes. Hoy, la educación, la tecnología, la vecindad, las inversiones mutuas permiten desarrollar una narrativa muy poderosa de intereses comunes entre Chile y Perú. El fallo podría crear una oportunidad, una invitación que se puede aceptar o no, a desarrollar una narrativa común. Yo espero que se acepte. Porque la vida concreta de la gente tiene más que ver con las relaciones económicas, culturales, con la inversión en educación que con andarse peleando ante la Corte Internacional de Justicia.
- Y eso lo dice un abogado...
- Hay un rol para la corte. Si hay una disputa, es mejor que se lleve por una vía institucional, repito, cuando eso se hace responsablemente. Porque estos procesos generan gastos, tensiones, inflaman el nacionalismo, se piensa en quién gana, quién pierde. Este fallo crea la opción de crear una narrativa común para los dos países.