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foto: www.guardianlv.com

Desde la orilla de Phil Robertson

Cuando alguien puede anunciar —sin tapujo alguno— que la homosexualidad es un pecado y no ser amonestado, sino celebrado por millones.

Publicado: 2014-01-08

Un día cualquiera uno se encuentra con un comentario como el siguiente: 

"Rumbo a África, ojalá no pesque el sida. Es broma. ¡Soy blanca!"

Y sabe que, tarde o temprano, dicho comentario será condenado por tratarse de una expresión "políticamente incorrecta". En este caso, se trataba de un tuit redactado por Justin Sacco, directora de Relaciones Públicas de una empresa de Internet. El contexto en el que lo hizo era poco antes del largo viaje que le esperaba entre Londres, de donde partía, y Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

Fue así como ella se hizo conocida —de manera involuntaria y no de la forma más agradable— por sus polémicas palabras, que no solo se convirtieron en un viral a las pocas horas, sino también le costaron el empleo, ya que decidieron despedirla porque sus "declaraciones ofensivas" no coincidían con "los puntos de vista y valores" que decía tener la compañía.

Cerca de la misma fecha en que ocurrió lo de Justin Sacco, es decir, por la segunda quincena de diciembre, Phil Robertson, protagonista del reality 'Duck Dinasty', fue entrevistado por la revista GQ.

Phil habló, entre otros temas, de la condición moral de Estados Unidos y dijo:

"Todo está borroso entre lo que está bien y lo que está mal. El pecado se vuelve correcto".

El entrevistador le pregunta, a continuación, qué considera él, desde su perspectiva, como pecaminoso, y esta fue la respuesta:

"Se empieza con el comportamiento homosexual y de ahí a lo demás, la zoofilia, acostarse con esta mujer y esta mujer y esa mujer y estos hombres".

Una vez que se dio a conocer la entrevista, la reacción de la cadena A&E, encargada de la producción y difusión de dicho programa, fue la de deslindar de inmediato con Robertson y optar por suspender su participación en la serie indefinidamente. Eso era lo esperado según lo políticamente correcto.


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Phil Robertson, patriarca de una familia de Louisiana, amasó su fortuna en los setenta con la invención de un silbato para llamar patos, un instrumento muy requerido por los cazadores de la región. Hoy en día es dueño de un negocio en el que comercializa distintos productos vinculados con la caza.

El reality sigue el día a día de su negocio, de su familia y de sus costumbres, excéntricas —y, ¿por qué no decirlo?, envidiadas— a los ojos del individuo citadino común y corriente. Tanto Phil como sus hijos y su mujer, debido al programa, se han convertido en verdaderas celebridades de alcance nacional.

Y es que 'Duck Dinasty', que va para su quinta temporada, ha logrado uno de los récords más impresionantes de la historia de la televisión norteamericana: contar con cerca de 12 millones de espectadores, una cifra considerable para un programa de no ficción de televisión por cable. 

Luego del anuncio de la cadena, el resto del clan Robertson declaró que sin la presencia del patriarca, el programa, simplemente, no continuaría.

Pero lo que no se esperaba A&E era lo siguiente: que se organizara una masiva campaña de apoyo a Phil, de parte de no solo más de un millón de firmas de fans de la serie, reunidas a través de Facebook; sino también de políticos conservadores como Mike Huckabee o Sarah Palin. Estos últimos, figuras representativas del Partido Republicano. 

Así que, a la semana, tuvo que ser nuevamente aceptado.

Pero el tema no quedó cerrado allí.

Luego de aquella entrevista, se difundió un video en el que Phil aparecía dirigiéndose a un grupo de personas y calificaba a los homosexuales de "asesinos" y "demoniacos".

También se divulgó un video en el que, otra vez frente a una audiencia atenta a sus palabras, Phil manifestaba que las mujeres debían llevar una Biblia y casarse cuando tuvieran apenas 15 o 16 años.

La polémica en torno a este cada vez más mediático personaje derivó en que muchos de los productos asociados con la marca del programa terminasen agotados en muchas tiendas. La revista Forbes apuntó que se había facturado algo de US$400 millones. Aparte que el disco de Navidad de la familia Robertson fue uno de los más vendidos en la nación norteamericana.

Inevitable preguntarse, entonces, ¿por qué en este caso no funcionó —como con Justin Sacco y centenares más de historias similares— el filtro de lo políticamente correcto? ¿Por qué, en vez de producir el rechazo masivo, terminó por concentrar la afinidad de millones de personas? ¿Qué representan Phil y su familia a los ojos de esos millones?


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Phil Robertson se ha convertido en una figura pública, prácticamente de la noche a la mañana. Es un líder de opinión porque a través de su voz habla la gente que no suele tener la oportunidad de hablar. ¿Quiénes? Los ajenos a los vaivenes de un estilo de vida entregado al ritmo de la globalización. 

Eso justificaría por qué mantiene un pensamiento ciertamente fundamentalista. Recordemos que proviene del sur de Estados Unidos. Una región donde existe una sólida tradición de mostrarse reacia a las que considera como imposiciones y dictámenes del pensamiento liberal que, por el contrario, terminó asentándose en centros urbanos más cosmopólitas como Nueva York o Los Ángeles.

Este lado de la orilla, desde la que habla Phil, es la de aquellos que consideran que la homosexualidad es un pecado —equivalente a la zoofilia y al adulterio—, y donde el varón tiene el dominio total de su familia. 

La lucha por un sistema social más inclusivo para con las identidades no hegemónicas, necesaria en la orilla contraria, queda fuera de lugar en el mundo de Phil. Y al provenir y a expresarse desde ella lo "políticamente correcto" queda inutilizado. Lo que demuestra que para distintos órdenes y visiones de la realidad no funcionan los mismos mecanismos.

Y es que la familia Robertson representa a ese grupo de ciudadanos que no quiere creer o seguir, sobre todo por convicciones religiosas, en las demandas de otros grupos. Lo que, inevitablemente, dificulta un diálogo sereno. 

Se trata, por lo tanto, no de instalar trincheras, sino de abrir puentes.

Pero ¿cómo lograrlo con la incomprensión de por medio?


Escrito por

Paulo César Peña

Literatura. Historia. Arte. Lima. Y también dibujo ciudades en mis ratos libres. @dinamodelima


Publicado en

Redacción mulera

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