Este sábado el periodista Mirko Lauer dedicó su columna de La República a la 'concentración de medios' luego de que el presidente Ollanta Humala dijera que este tema debiera tratarse en el Congreso de la República. 

Lauer, quien además de ser miembro del IPYS es uno de los firmantes del amparo contra El Comercio y Epensa, señaló que la propuesta del mandatario "podría resultar contraproducente para las libertades que él mismo está defendiendo".  "Su sugerencia de que la pugna en torno de la concentración de medios podría ser resuelta en el Congreso, luego de haber insinuado antes coloquialmente un horizonte de ilegalidad, no nos hace mucho favor a los firmantes del amparo. Debilita el camino judicial elegido y le da vela en el entierro a una corporación tan desacreditada como es el Congreso", detalló. 

A propósito de ello, David Rivera del Águila, editor general de La Mula y director editorial de la revista Poder, le envió la siguiente carta, que hoy publica el columnista:

Estimado Mirko,

Te escribo para comentar tu columna del sábado pasado (“Concentración: la cosa es entre medios”) y aprovechar el comentario para lanzar una propuesta.

En primer lugar, me parece importante diferenciar entre el válido temor que despierta la posibilidad de que este tema se pueda politizar y la idea de que la concentración es, como dices, un problema estrictamente entre medios.

La concentración afecta, o puede afectar, potencialmente a cada ciudadano y a la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, no es un tema que tenga que resolverse necesariamente en el ámbito empresarial, o entre medios. Es un camino sí, pero no el único.

En el mismo sentido, en la medida que la concentración de medios afecta la libertad de expresión y la pluralidad informativa, claves para el desarrollo y la sostenibilidad de la democracia, la discusión sobre si debe crearse o no una regulación para establecer límites a la propiedad en los medios escritos no es un tema de carácter estrictamente técnico. Es más bien uno que contiene consideraciones políticas de fondo.

El problema radica en que la política y los políticos están muy venidos a menos en este país (son sinónimo de politiquería) y que además ciertas experiencias en la región nos despiertan también válidos temores respecto de un intervencionismo contra los medios.

Entonces la pregunta tal vez sea: ¿Cómo hacemos para que este tema que tiene consideraciones técnicas y políticas, no se “politice”? Creo que una salida válida es optar por el camino que se tomó en el gobierno de Valentín Paniagua y continuó durante el de Toledo respecto de la reforma constitucional. Por entonces, se creó una Comisión Especial y en el caso particular del capítulo económico Jorge del Castillo se encargó de convocar a ciudadanos que representaban a diferentes corrientes ideológicas del país. Esa comisión, contra todo pronóstico, llegó a un acuerdo sobre los cambios en materia económica que necesitaba la Constitución. Lamentablemente, quién sabe por qué motivos, en el Pleno no se llegó a aprobar todos los artículos (según he revisado en Caretas, se aprobó el 70% de los artículos en los que se propuso cambios). Si el proceso hubiese continuado, aprovechando que sus conclusiones surgieron de un debate democrático, hoy ya tendríamos ese tema cerrado.

¿Por qué no creer que podemos conseguir un debate similar sobre la concentración en los medios? Porque, para terminar, así la vía judicial y constitucional que ha asumido un grupo de periodistas tuviese éxito,  finalmente esa resolución tendría que terminar en un proyecto de ley a ser discutido en el Congreso.

¿Por qué esperar tanto tiempo? ¿Por qué le seguimos teniendo tanto temor como país a debatir alturadamente temas que resultan fundamentales para su desarrollo? Felizmente en este caso el debate sí se ha abierto.

Saludos,

David

(Ilustración: Carlincatura de hoy, lunes 6 de enero del 2014)

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