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El alcohol y los escritores (II): el ajenjo

Los poetas malditos, Oscar Wilde y Aleister Crowley fueron asiduos a los hechizos del licor verde. 

Publicado: 2014-01-03

Uno debería tomarse en serio aquella recomendación de no tomar ajenjo (también conocido como absenta), los efectos pueden ser de hecatombe. Beberla era un ritual, con el azúcar y la cuchara perforada como elementos indispensables. Para algunos se trataba de una bebida que conduce a la locura, acaso por esto esta bebida fue la preferida de la bohemia europea en el siglo XIX, pasando por gargantas y mentes de escritores y pintores. Por ejemplo, debido a esta fascinación tenemos más de un cuadro sobre esta bebida: "El bebedor de absenta" de Picasso, "La absenta" de Edegar Degas o el famosisímo "El bebedor de absenta" de Viktor Oliva.

Para Oscar Wilde no había nada más poético que beber ajenjo y lo consideraba tan bello como un atardecer. Para él se trataba de un proceso a través del cual se llegaba a un estado mágico, por esto decía : "El primer vaso es como una bebida ordinaria, en el segundo es cuando comienzas a ver cosas crueles y monstruosas, pero si perseveras podrás entrar en el tercer vaso donde ves lo que quieras, cosas maravillosas y curiosas".

Puede que estos hayan sido los motivos por los cuales esta bebida fue conocida como "Le Fee Verte" (la hada verde). Esta connotación femenina también la anotó el satanista Aleister Crowley, quien la consideraba una de las plantas de la diosa Diana (recordemos que el nombre científico del ajenjo es Artemisia absinthium), por lo cual sus efectos debían considerarse divinos. 

En el caso francés el ajenjo y tuvo a los poetas malditos como sus más célebres consumidores. Paul Verlaine, por ejemplo, era adicto al ajenjo. En 1895 confesaba su intención de dejarlo, pero rápidamente volvió a él, incluso llegó a escribir que su único momento de gloria era con el "humilde y efímero ajenjo". En otro momento, sin embargo, llegó a considerarlo una bebida horrible, pues conducía a la locura y al crimen. Posiblemente esta reflexión se debiera a sus vínculos tormentosos con Rimbaud, ya que en la época era común que a esta bebida se le considerara un estimulante de la violencia (no olvidemos que esta fue una de las razones por las cuales se le prohibió en Francia en 1915).

Rimbaud comenzó a beber ajenjo por Verlaine. Pronto se volvió asiduo y no tardó en mencionarlo en su obra, Citemos sino el poema titulado "Comedia de los sedientos", donde el poeta consideraba al ajenjo, junto al vino, como uno de sus amigos en en medio del tedio y la vulgaridad, y como un "viajero sabio". En una carta a Ernest Delahaye, Rimbaud escribirá: "Viva la Academia del ajenjo (...) La embriaguez debida al ajenjo, esa salvia de los ventisqueros, es la más delicada y la más trémula de las costumbres".

Para Rimbaud la embriaguez signficaba un medio de alcanzar la belleza, un modo de acceder a la poesía, de aquí que en en Iluminaciones ("Noche de embriaguez") considere que beber alcohol es un método gratificante de escritura que glorifica. Por esto, dirá: "Tenemos fe en el veneno". El alcohol según Rimbaud era una de las vías para conseguir su anhelado "desarreglo de todos los sentidos", su videncia.

Enlaces relaciondos:

El alcohol y los escritores (I) 


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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