Brasil vive las protestas más multitudinarias en décadas
Las manifestaciones se extienden a Sao Paulo, Brasilia, Belo Horizonte y Río para reivindicar más servicios sociales y quejarse por la corrupción política y la violencia policial
Es la mayor ola de protestas de Brasil en más de 20 años. Lo que se inició como una marcha por la subida del precio en el transporte público terminó en una reivindicación en contra de la pésima calidad de los servicios, la corrupción, la inflación, la violencia policial y un sinnúmero de asuntos, que revelan un malestar social generalizado que hasta ahora no se expresaba. Ayer, un total de 200 mil manifestantes sacudieron las calles de las principales ciudades del país.
Sin embargo, la indignación no queda aquí. Los movimientos sociales anunciaron nuevas manifestaciones para hoy en Sao Paulo y afirmaron que "no dejarán las calles" hasta que se revoque un polémico aumento del precio del transporte.
"El destino es claro, único, objetivo y específico: revocar el aumento", anunció el movimiento Pase Libre de Sao Paulo, nacido en las universidades y que ha encabezado las protestas que comenzaron en esa ciudad hace más de una semana y se han extendido por todo el país.
El lunes, el epicentro de la protesta pasó de la capital del estado paulista a Río de Janeiro. Allí, mientras los asistentes se congregaban por la tarde, la multitud llegó a las 100.000 personas, según cifras de la policía local.
Las protestas acompañan un momento en que Brasil es anfitrión de la Copa Confederaciones de fútbol, antesala de la Copa del Mundo del próximo año y los Juegos Olímpicos de Río 2016, con los que el Gobierno quiere mostrar al país como potencia emergente en el escenario global. Sin embargo, las desigualdades sociales y la falta de recursos son una realidad que no puede ser opacada por los importantes eventos.
El contraste de los miles de millones de dólares que han salido de las arcas fiscales para construir nuevos estadios con el mal estado de los servicios públicos, preocupa a los manifestantes. "No deberíamos estar gastando dinero público en estadios", dijo una manifestante en Sao Paulo que se identificó como Camila, una agente de viajes de 32 años. "No queremos la Copa. Queremos educación, hospitales, una vida mejor para nuestros niños", informa Público.es.
Por el momento, la jefa de Estado, Dilma Rousseff, no se ha manifestado públicamente sobre las protestas, que según admitió el ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho, han tomado "por sorpresa" al Gobierno.
Sin embargo, la ministra de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Helena Chagas, dijo a periodistas que Rousseff "considera que las manifestaciones pacíficas son legítimas y propias de la democracia" y que "es propio de los jóvenes manifestarse".
En algunas de las protestas de este lunes y de días anteriores ha habido episodios violentos, que en ciertos casos han sido provocados por los excesos en la represión policial.
Cabe recordar, que la última gran protesta de dimensiones similares se remonta a 1992, cuando una movilización popular contribuyó a la caída del Gobierno del entonces presidente Fernando Collor de Melo, quien dimitió en medio de un sonado escándalo de corrupción.
Con información de El País, Público.es, Efe
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