Marco Martos: La Academia no es un juzgado
Una entrevista al poeta piurano Marco Martos, Presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
Publicada originalmente en el Diario La República- Región Norte, compartirmos la entrevista de Juan Carlos Soto a Marco Martos Carrera, piurano, poeta de la generación del sesenta y actualmente presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
Entrevista por Juan Carlos Soto.
Usted es piurano, y una de sus obras favoritas de Vargas Llosa es La casa verde. Esa novela, ¿cuánto rescata a la Piura de ese entonces?
La casa verde retrata una Piura mítica que está en la cabeza de Vargas Llosa. Sin embargo, hay personajes reales con nombre propio. El sacerdote García es real, aunque resulta inverosímil que este religioso, de una bondad extrema, haya sido capaz de quemar un prostíbulo, como sucede con la novela. A Chápiro Seminario, Vargas Llosa lo mete al burdel y lo mata jugando a la ruleta rusa. Claro, a don Chápiro no le gustó mucho ese papel. Así es Mario, todo un personaje, con cosas a veces muy graciosas.
¿Por qué?
Un compañero del colegio me contó que Mario vivía a una cuadra del colegio y llegaba tarde. Diez minutos después, el auxiliar de clases, "El Diablo" Alván, lo llamaba para que tome su desayuno en la portería. De su casa se lo traían al colegio. Se lo recordé a Mario y me dijo que cada vez que ocurría ello salía rojo de vergüenza (…) Están vivos los compañeros que actuaron en La huida del inca, Walter Palacios, Yolanda Vilela, etc. Aún Mario pregunta por ella. (risas...)
En un artículo reciente, Antonio Zapata relata las intervenciones de Mariano Melgar y Javier Heraud en gestas revolucionarias; el primero contra España, y el segundo, intentando propagar la revolución cubana en América Latina.
¿Sigue vigente la idea de la función social en el escritor?
El artículo de Zapata tiene un error: da por muerto a Alain Elías que fue baleado con Heraud, pero sobrevivió. Lo de la función social da para una clase. En la historia, el poeta cumplió distintos papeles. Homero funda la idea de Grecia, ahí el poeta era un hombre público. Con Roma las cosas cambian; los poetas necesitan mecenas. El señor Mecenas financió a Virgilio, autor de La eneida, a quien le embargaron sus propiedades. Mecenas le presentó a Augusto, el emperador. Virgilio hizo La eneida sin hacer un elogio directo a Augusto, claro que le cayó algo. Hasta el siglo XIX tienen una importancia social: en Francia, Víctor Hugo era senador; cuando murió medio país acudió al funeral. El siguiente poeta, Baudelaire, en su entierro estuvieron solo amigos; éste se distanció del poder. Rimbaud sería otro ejemplo. Mientras la poesía es oral, se difunde en la plaza pública; cuando se imprime en papel se vuelve más personal e íntima. Y esa es la tendencia. A pesar de eso, en el siglo XX hubo grandes poetas cívicos. Citaría a los de la revolución rusa: Maiakovsky y Esenin, que recitaban ante miles. Cuando falleció el Che Guevara, Nicolás Guillén declamó ante un millón de personas. César Vallejo escribió poesía para la causa popular; en la guerra civil española, se identificó con el bando republicano.
¿Pero ahora la mayoría de escritores prefiere no hablar de política?
Creo que la gente en general. Es la postmodernidad, el mundo se rige menos por ideologías, los anteojos para ver la realidad. Carlos Marx pensaba eso. Marx también decía que lo más humano era intercambiar amor por amor, pero el hombre está dañado por el dinero.
¿Sigue siendo un hombre de izquierda?
Fui director del diario Marka, pero nunca me sumé a ideas conservadoras. Los ciudadanos aprenden en la izquierda o derecha. Y esa es una esperanza sólida para el futuro del país, que no haya gente extremista. Hay casos en la política actual. Lourdes Flores apoyando a Susana Villarán, más que una posición ideológica prevalecieron los valores éticos. Ahora existe un consenso para defender los derechos humanos y antes solo era un pensamiento de izquierda.
¿Cuál es el aporte de los escritores al enriquecimiento de la lengua?
Los escritores no inventan palabras, recogen el habla de lo que conocen. Iván Thays quiso escribir una novela ambientada en ninguna parte: su personaje entra a un lugar y se pone un terno. La palabra terno la usamos solo los peruanos. Cuando cito a Jorge Eduardo Eielson: “En la noche,/cuando quiero tocar la luna/,toco la luna/de mis anteojos negros”, se sabrá que el texto corresponde a un peruano (la luna, por el cristal). En sus primeras novelas, a Vargas Llosa se le filtraban muchos peruanismos, ahora no tanto.
¿La Academia admite palabras u omisiones que antes se consignaban como errores?
La Academia no es un juzgado. Recomienda, pero a ningún ciudadano se le puede obligar a hablar o escribir correctamente. En castellano, el lago Titicaca se escribe con “C”; en cambio, los puneños lo prefieren con K.
¿La lengua castellana está en permanente evolución, se mezcla con el aimara, quechua, inglés, etc.?
Eso ocurre siempre. Por ejemplo, los mochicas nos dejaron cuatro palabras de uso común: cholo, pallar, cuculí, poto (el envase de chicha y nalgas de hombre). Cancha es una palabra quechua, nuestros futbolistas no entran al campo sino a la cancha, los agricultores van a su chacra y no a su huerto, etc.
¿El Internet aparece como petardero del lenguaje oficial y de las formas de hablar regionales que tiene el lenguaje castellano en nuestro país?
Umberto Eco dice que frente a la modernidad hay dos actitudes: la de los apocalípticos e integrados. Los primeros dirán que todo pasado fue mejor, en constraste con el integrado que se adapta al cambio. La comunicación por Internet, los mensajes de texto, son abreviados, buscan la inmediatez, usan símbolos, números, etc. El lenguaje surgió así hace tres mil años antes de Cristo en Sumeria, dibujaban y luego vinieron las abstracciones.
¿Y sobre las formas de hablar regionales, cuántas identificó la Academia?
Es una pregunta difícil. Pero prefiero por zonas: la costa norte, sierra norte y sur, selva, etc. Esto es muy duro para los puneños, es probable que el aimara haya nacido en el centro del Perú. Hay evidencias: hay un idioma que se llama jaqaru hablado en Tupe, un pueblo inaccesible, y es lo más parecido al aimara. En Lima hay una serie de topónimos: Chaclacayo, Chosica, muy similares al aimara. Se hacen estudios genéticos para demostrar la similitud entre ese pueblo y los aimaras. Y el origen del quechua tampoco habría sido del Cusco; sería de la costa central. Eso también está en estudio.
Usted escribió lo siguiente: No es este tu país porque conozcas sus linderos/ni por el idioma común/es este tu país que si tuvieras que hacerlo lo elegirías de nuevo.
¿Es un poema que rechaza el patrioterismo y reniega del Perú?
A veces tenemos pasado común y no queremos tener futuro común. No es la lengua, los recuerdos, ni el territorio lo que nos une; se puede tener conciencia y nacionalidad sin territorio, como ha ocurrido con los judíos y ahora con los kurdos. Variaría ese poema ahora influido por Irene Vega. Ella piensa en el Perú como un niño que lleva en el vientre. Ese sentido de pertenencia lo he percibido en San Marcos, donde es difícil ingresar pero más aún egresar. Cuando uno sale de San Marcos lleva esa marca, lo mismo ocurre con cualquier peruano fuera del país.
Hoy existe una revaloración de lo peruano: Machu Picchu, la gastronomía, el Premio Nobel de Vargas Llosa. En cambio antes se renegaba de ser peruano.
Luis Pásara clasificaba a los peruanos en dos categorías: los que tenían pasaporte y los que no tenían, era el final de un artículo deprimente. Pero hay quienes pudiendo haberse ido y se quedaron, otros que regresan, y hay los que van y vienen.
¿Qué le falta al Perú para dar el gran salto?
Una reforma educativa urgente, y teniendo los medios no se hace. Nuestro modelo de crecimiento tiene tope, debemos empezar por la primaria, maestros mejor pagados, hay algunos avances, lo que pasa es que cuesta mucho y podría distraer dinero de otras áreas.
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