Artillería, misiles y barriles cargados con explosivos. Las fuerzas del régimen de Bachar Al Assad lanzan sus armas desde aviones y helicópteros en las zonas con mayor número de milicianos rebeldes. Y lo hacen sin importar que los resultados sean escalofriantes.

En su tercer año, la guerra civil siria deja un escenario desolador: más de 100,000 fallecidos y casi dos millones y medio de personas que han abandonado el país ante la indiferencia general de la comunidad internacional.

Los medios de comunicación tampoco hacen eco del drama sirio. No alertan sobre los estratégicos movimientos de Al Assad. Durante los últimos meses el régimen logró tomar Qusair, en la frontera con Líbano, reforzó su poder en Damasco, y tomó la carretera que une la capital con la costa mediterránea con el apoyo de cientos de combatientes de la milicia chií libanesa Hezbolá y la la Guardia Revolucionaria iraní. 

Los rebeldes tampoco quedan bien parados. En los últimos días, el régimen ha denunciado la masacre de decenas de personas en Adra, 20 kilómetros al noreste de Damasco. Según fuentes gubernamentales, varios grupos islamistas, liderados por el Frente Al Nusra, tomaron la ciudad el miércoles matando al menos a 80 personas.

Pero, aunque Al Assad lleva meses moviendo fichas, el incidente que ha hecho saltar la voz de alarma fue una ofensiva en la castigada Alepo, en disputa desde hace más de un año. “Las fuerzas del régimen han lanzado una feroz campaña sobre las partes liberadas de Alepo, durante la cual aviones militares han bombardeado la mayoría de sus vecindarios con barriles explosivos”, dijo  un portavoz de los Comités de Coordinación Local, una red opositora en Siria. 

Los proyectiles son contenedores cilíndricos rellenos de material explosivo que se lanzaron el domingo de forma aleatoria. La Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) elebaba ayer a 103 el número de muertos, al tiempo que ha cifrado en más de 350 el número de heridos. 

Aceptar el acuerdo entre Moscú y Washington para lograr el desarme químico -ya en funcionamiento- sitúa, en la práctica, al régimen sirio como socio de las potencias occidentales. No parece importar que la ONU afirme que el régimen sí utilizó este tipo de armas contra su población. Al Assad se prepara para tener el país bajo control de cara a la conferencia de paz que se celebrará el 22 de enero en Ginebra. Sin duda, una buena arma para ganar peso en las negociaciones.

La tragedia de Alepo en imágenes:

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