En estos días, las noticias sobre los estadios que están terminando de construirse para el Mundial de Fútbol Brasil 2014 han sido de tragedia. Hasta el momento se han contabilizado cuatro muertos en accidentes durante las labores. En todos los casos han sido brasileños.

También sabemos que Brasil está contra el tiempo para tener listos los estadios. Por eso es que el sector construcción de ese país ha contratado a miles de brasileños para que participen en las obras. En ese contexto, para recuperar el tiempo perdido, una de las empresas constructoras, Mendes Junior, que está a cargo del estadio Arena Pantanal en Cuiabá (Brasil central), ha contratado a más de 100 haitianos.

Pese a ello, este estadio -donde jugarán Bosnia, Nigeria, Japón, Corea del Sur, Rusia, Colombia, Chile y Australia y que demanda una inversión de US$244 millones- no estará listo el 31 de este mes, cuando vence el plazo oficial de entrega de los colosos deportivos.

¿Y por qué haitianos? Cuiabá se caracteriza por tener poca de mano de obra. Tras el terremoto del 2010, miles de haitianos emigraron y se calcula que unos 20,000 han llegado a Brasil, más de la mitad de manera irregular. Conocedora de esta realidad, la empresa convocó a hombes y mujeres (en su mayoría pertenecientes a una misión católica), con los cuales ahora 1,600 personas trabajan en el estadio.

Al igual que los brasileños, los haitianos ganan un salario promedio de US$400 al mes y duermen de a ocho en una habitación.

Hay haitianos que están empezando a trabajar en la construción de otros estadios, lo que ha ocasionado el malestar de obreros brasileños. Y aunque las empresas descartan un conflicto social, éste está en camino.