Obama no aprueba
El mandatario cierra el 2013 con el índice de desaprobación más alto y rodeado de polarización política, espionaje masivo y el fiasco sanitario.
El presidente de EEUU, Barack Obama, despide el 2013 con el nivel máximo de descontento respecto a su gestión, en un año lleno de escándalos y tropiezos para todos los gustos. Los sondeos no engañan. El desempeño del presidente alcanzó el nivel de mayor desaprobación con un índice del 54% entre encuestados por NBC y The Wall Street Journal. Además, tan sólo el 42% de los mismos opinó que Obama está haciendo un buen trabajo.
Uno de los momento más críticos que vivió el mandatario, consecuencia de una preocupante polarización política, se evidenció a finales de septiembre, cuando los congresistas no lograron aprobar el presupuesto federal para el nuevo año fiscal. El resultado fue el cierre parcial de la Administración durante 16 días, llegando al borde de la suspensión de pagos. Finalmente, un acuerdo logró salvar la catástrofe, pero como un parche que eleva el tope del endeudamiento público hasta el próximo 7 de febrero.
No es lo único. El extremo grado de polarización política en el Congreso imposibilitó que salieran adelante importantes apuestas de la adminsitración del demócrata, entre ellas la polémica reforma migratoria y las medidas para reforzar el control de las armas.
Sin embargo, Obama también ha cometido sus propios errores como la cuestionada aplicación de su reforma sanitaria. Eso sí, uno de los puntos de mayor crítica es el escándalo de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), con además graves repercusiones en su reputación en el exterior. Y es que para un presidente que presume tener el Gobierno más transparente de la historia, los escándalos de vigilancia no son una buena propaganda de la que estar orguyoso.
Entre sus logros destaca el acuerdo para desmantelar el arsenal químico sirio, tras amenazar con una posible intervención al régimen de Al Assad. En el último mes, destaca el acuerdo entre las potencias occidentales e Irán respecto a su programa nuclear -a pesar del enfado de aliados tradicionales como Arabia Saudí o Isreal-. Eso sí, se desconoce cuál será el resultado final. ¿Logrará retomar la confianza?
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