En una entrevista realizada por Milagros Leiva, y publicada el domingo en El Comercio, Gastón Acurio, ante la opción de ser candidato, responde: "Si me preguntas ahora, te diría que no es posible. Hoy día te digo que no es posible. Mañana no sé." 

Acurio ha delineado el perfil su candidatura, pero no ha la asumido aún. Es, sin duda alguna, alguien precavido. Ha encargado el traje, pero no lo utilizará hasta que llegue el momento indicado. Si es que llega. De antemano, no es fácil determinar quién será luego un presidente eficiente. Hay que tener en cuenta que durante la etapa de la candidatura solo conocemos al personaje, al individuo construido a partir de una serie de ilusiones, a la figura que se pretende proyectar. Así que lo que voy a señalar, luego de haber leído la entrevista, es solo una interpretación a la luz de sus declaraciones: Acurio no está preparado aún para hacerse cargo de una responsabilidad como la de ser presidente. Y él lo sabe, o por lo menos lo sospecha.

Vayamos por partes.

Acurio cierra sus respuestas, en más de una oportunidad, con una interrogante que luego terminará respondiendo: 

1- "¿Cuál es nuestro deber?"

2- "¿Cuál es el rol del Estado y los que han sido elegidos para trabajar en el Estado?"

3- "¿Por qué no puedo tener la educación que tiene Corea que hace 50 años era una economía rural?"

Y las resolverá de las siguiente manera:

1- "Hacer grandes cosas, soñar en grande y ejecutarlo"

2- "Hacer lo que haga falta para alcanzar esa libertad"

3- "Si ellos pueden, yo también puedo"

Bien, a primera vista se trata de una actitud que merece ser copiada. Es el emprendedor que quiere enfrentar los obstáculos que se le presentan, del individuo inconforme con la situación en la que se halla y que quiere cambiarla. Del líder, en suma. Por otra parte, se revela como un individuo reflexivo. A partir de la pregunta que se le ha hecho, él genera otra más. Se le pide una opinión, pero él reelabora la interrogante para ajustarla a sus ideas. Necesita este segundo giro mental para expresar con mayor claridad lo que piensa. De modo que al terminar de hablar pareciera que ha sabido responder con precisión y pulcritud. La base de todas esas respuestas es la experiencia histórica personal de Acurio. Como tuvo la oportunidad de superar las adversidades que le tocó vivir, extiende esa actitud a sus respuestas.

Ese es un primer punto.

Ahora hay que detenerse en otras de sus respuestas. Las relacionadas con el hecho de contar con un colectivo detrás como apoyo al "líder".

1- "Yo hablo de un respaldo y un acuerdo que no tiene que partir de la clase política sino de la sociedad. Para eso se necesita un gran liderazgo".

2- "Se trata de generar un liderazgo suficientemente confiable como para poder aglutinar a todo un país en torno a objetivos comunes".

3- "Tenemos que querer creerle a nuestros líderes para que nos conduzcan a donde queremos llegar".

Precisamente es esto lo que le hace falta a Acurio. Un grupo. Si no, corre el mismo riesgo que han debido sobrellevar Ollanta Humala y Susana Villarán, por hablar de los casos más paradigmáticos. Acurio es consciente de que no tiene a nadie detrás. Por eso remarca en más de una ocasión que sin el adecuado y convincente respaldo popular no es posible postular a la presidencia. Es consciente, también, de que más de una agrupación política anda tras sus pasos. 

Creo que la primera opción la tiene Acción Popular. Pero no solo por la tradición familiar que se cierne sobre su persona, ya que el padre es actual dirigente de dicho partido. Sino, también, por la manera en que concibe al Perú. Definitivamente hay una influencia belaundista en su razonamiento: "el Perú como doctrina". Y esto se evidencia con la siguiente expresión: "Somos los peruanos los que hemos construido el crecimiento del Perú en los últimos años. Yo creo en los peruanos, creo en el Perú. Por eso te puedo asegurar que ese sueño va a llegar". Como podemos ver, no existe una directriz definida para alcanzar dicho sueño. Solo habla de un conjunto de expectativas y de deseos de superación. Pero, para manejar un país, aquello no resulta suficiente. Y eso lo vivimos con el gobierno acciopopulista. 

Acurio tiene los dones a nivel individual. 

La imagen social que se tiene de él es la de alguien esforzado, inteligente y honesto. Es un líder de opinión respetado. Ha logrado llegar a la cima de su especialidad, la gastronomía. E inclusive, se le ha comenzado a tener en cuenta para opinar sobre otros temas como economía y política. 

Sin embargo, nada de eso es suficiente para llegar al poder. Porque además de traducir su éxito personal en un programa que pueda ser seguido por el resto del país, con líneas claras y objetivos puntuales; también tiene que encontrar, si no construirlo, un proyecto colectivo que lo sepa sostener antes, durante y después de las elecciones.

Por todo eso, todavía no es el momento de que lo tengamos como presidente.

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