La selección brasileña de fútbol, dirigida por Luis Felipe Scolari, no sólo tiene que luchar contra la serie de rivales que tendrá al frente. También, como cuestión externa pero aún trascendental, debe hacerlo contra la presión de ser anfitriones de un evento que los pondrá en el ojo del mundo. Las carreras de los jugadores, entrenadores y directivos del equipo brasileño dependen del eventual levantamiento del trofeo. Incluso la presidenta del país, Dilma Rousseff, tiene una participación vital, por la cual muchos analistas y políticos creen que si Brasil llegase a ganar, la ex guerrillera tendría grandes posibilidades de obtener la reelección.

Scolari: "Nosotros somos los anfitriones, por lo que el mínimo que tenemos por hacer -el mínimo- es ganar".

Para afrontar esta situación, el estratega brasileño ha contado con la ayuda de un arma poco utilizada por sus colegas: una psicoterapeuta, según reporta el diario estadounidense The New York Times. Regina Brandão, profesora de la Universidad de San Judas Tadeo de Sao Paulo, ha sido miembro del equipo de Scolari desde finales de 1990. Ella, quizás, no sea una experta en estrategias de fútbol, ​​sin embargo, ha evaluado a cada jugador brasileño para ayudar al mencionado entrenador a armar un colectivo humano de 23 jugadores.

Brandão: "Mi trabajo se centra en elaborar un perfil psicológico de cada uno de los jugadores. Esencialmente ayudo a Scolari con el individuo y el colectivo; entender cómo se siente cada jugador y cómo eso afecta a su forma de jugar".

Entre sus métodos, Brandão selecciona un grupo de jugadores para completar una serie de cuestionarios. Acto seguido, se solicita a los futbolistas a que utilicen una escala para clasificar cuan afectados se sienta a raíz de ciertos eventos.

Dato aparte, como registro de su trabajo con Scolari, Brandão compila los datos de los jugadores de las selecciones nacionales de Arabia Saudita y Portugal, dos de los más de 20 equipos que Scolari ha dirigido en tres décadas.

Curiosamente, escribe The New York Times, el análisis de Brandão indica que los jugadores brasileños y portugueses, quienes comparten un lenguaje en común y con frecuencia están vinculados culturalmente, manejan la mayoría de las situaciones de maneras opuestas. Es decir, los portugueses son más neutrales con sus emociones, resaltando el lado positivo de los acontecimientos que los brasileños suelen ver de forma negativa, como cuando se recibe una tarjeta amarilla. De otro lado, estos últimos son más extremos con sus emociones y más propensos a la distracción en relación con los problemas externos.

Finalmente, mientras algunos entrenadores prefieren ocultar sus alineaciones, Brandão aconsejó a Scolari a ser abierto sobre su lista de jugadores que inicien las acciones. Bajo esa línea, los futbolistas brasileños demostraron estar más a gusto si saben -con anticipación- tu titularidad.

En pocas palabras, los indicadores demuestran un necesario análisis científico previo, el cual demuestra la realidad emocional de cada deportista, sea melancólica o agresiva. Esto, sin lugar a dudas, influye categóricamente al disputar un partido.