#ElPerúQueQueremos

Ribeyro: la escritura sublevante

Cada cuento de Julio Ramón Ribeyro es una invitación para sublevarnos contra el fracaso. 

Publicado: 2013-12-04

El año pasado Diego de la Torre publicó una nota titulada "Vallejo, Ribeyro y Montaigne", en la que sostenía que la narrativa de Julio Ramón Ribeyro es "sublimaba y endulzaba el fracaso". Por supuesto, una mirada superficial, la síntesis más abstrusa que puede hacerse de la obra ribeyriana.  

En los colegios me he topado con muchos textos escolares que caricaturizan a Ribeyro y lo venden como apologeta del fracaso. Es innegable que el personaje típico ribeyriano oscila entre el chasco existencial, la angustia y la impotencia. Pero para mí sus cuentos son una provocación, una sacudida. Me explico: Que todo acabe mal en muchos cuentos de Ribeyro ofrece, por una parte, una idea de cerrazón; sin embargo, son también la búsqueda de una salida.

Asimismo hay una crítica en Ribeyro, una postura que analiza agudamente una sociedad de valores decadentes ("El banquete", "Espumante en el sótano") y que aún sufre las taras del racismo ("De color modesto", "La piel de un indio no cuesta caro"). Recordemos, siguiendo a Terry Eagleton, que el sentido real de la crítica no es una negatividad sino un invitación a reaccionar. En este sentido, Ribeyro nos muestra los defectos que urgen ser corregidos, tal como hiciera Vallejo en "Paco Yunque".

Para mí, cada cuento de Ribeyro nos dice "Reacciona, hombre, mira en lo que te puedes convertir". Esto sucede, por ejemplo, en "El profesor suplente". Ribeyro nos presenta a un personaje pusilánime, víctima de sus miedos, incapaz de actuar porque quiere casi restregarnos aquello en lo que podemos convertirnos, incluso aquello que posiblemente sentimos que ya somos.

Si lo pensamos, la buena literatura no es edulcorante. En mis clases de literatura hablaba de la necesidad de volver a una literatura de catarsis, lo cual, por supuesto, generaba una serie de preguntas en los alumnos. Les explicaba que la buena literatura -que en mi canon personal incluye a Dostoievski, Lautréamont o Donoso- en muchos aspectos es brutal porque busca con desesperación hacernos reaccionar de un estado de vida autómata. 

Así, cuando pienso en Ribeyro lo imagino forjando una historia, tecleando la máquina, como si se tratara de una lucha contra la vida autómata. Cuentos que ejemplifican esta lucha, esta crítica a la ideología del fracaso son "Las cosas andan mal, Carmelo Rosa" y "Nada que hacer, monseiur Baruch".

Un cuento de Ribeyro que retrata esta situación de la vida autómata hacia la que podemos ser conducidos es "La insignia". Mediante el absurdo, un personaje es conducido a una vida que él nunca planeó; simplemente se deja llevar por la corriente, casi un títere del destino, sin conciencia o voluntad. En las antípodas de este relato, el Ribeyro de "Prosas apátridas" es el de una conciencia aguda, preocupada por hacia dónde nos conducimos. Escritores como Ribeyro analizan profundamente situaciones hasta dar con el meollo de las desgracias, y acaso encontrar antídotos contra ellas.

Al leer sus diarios esto se comprende mejor. A través del recuento de sus años de abogado, de trabajador en París, de padre familia o escritor reconocido, Ribeyro siempre analizó su propio ser, llegando a donde pocos se atreven, es decir, sopesar debilidades, crisis, sinsabores. Y hay que sopesar el título con calma: no es una invitación al fracaso sino la conciencia de alguien que se siente frente al abismo, pero que no lo rehuye sino que lo afronta. 

En este último punto, en muchos aspectos, he sentido un vínculo entre Hemingway y Ribeyro: El Francis Macomber del norteamericano se emparenta con el Silvio del peruano, ambos finalmente se deshacen de sus cadenas y mediante una crisis existencial logran encontrar un sentido vital, descubrimiento que llega con la fuerza de una epifanía. Por esto siempre he recelado de comprender a Ribeyro como un cuerpo enfermo o evocador de tiempos antiguos (erróneamente muchos lo piensan cuando leen "El marqués y lo gavilanes"), por el contrario siempre ha sido para mí un analista de la crisis, un hurgador de los vacíos para no caer en ellos. En resumen: para sublevarnos contra el fracaso, la enfermedad, la muerte.

Enlaces relacionados:

Julio Ramón Ribeyro y Los dichos de Luder


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.