Después de que varios países rechazaran estar a cargo de la destrucción de armas químicas, que el régimen de la familia Al Assad ha amasado en Siria durante sus cuatro décadas en el poder, finalmente EEUU ha decidido tomar la iniciativa. La potencia norteamericana empleará sus recursos para asegurar que el arsenal quede neutralizado dentro del plazo límite marcado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como muy tarde marzo de 2014. 

Al parecer, la destrucción de las sustancias químicas más peligrosas se llevará a cabo a bordo de un buque de la marina, mientras que empresas privadas se ocuparán del resto de productos tóxicos, según anunció la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).

El material químico será diluido por hidrólisis hasta niveles más seguros, que lo inutilizará para que no pueda ser empleado con fines bélicos. Se trata de un sofisticado y novedoso sistema que un buque, con capacidad de hasta177,000 toneladas de carga, pondrá en práctica en alta mar. El barco Forma parte de una flota de la Agencia Marítima del Departamento de Transporte para su uso en emergencias nacionales.

Según la OPAQ, antes del 31 de diciembre el régimen sirio reunirá en el puerto de Latakia los depósitos más peligrosos, que se estima en unas 1,300 toneladas de arsenal que incluyen gases mostaza o sarín. Posteriormente, unos barcos supervisados transportarán la carga al buque norteamericano. 

El proceso de destrucción de este armamento se puso en marcha en septiembre tras una propuesta negociada por Washington y Moscú para evitar una intervención en respuesta al ataque químico de agosto a las afueras de Damasco.

El mes pasado, Ashton Carter, subsecretario de Defensa norteamericano, afirmó que el Ejecutivo norteamericano se planteaba destruir los químicos con el nuevo Sistema de Hidrólisis Móvil de Campo. “Está listo para su uso donde sea necesario, algo que ha llevado a nuestro gobierno a considerarlo en sus recientes negociaciones con Damasco”, dijo en un discurso.  

Ese sistema “está diseñado para transformar material químico de guerra en componentes que no se pueden usar como armas”, mezclando químicos con agua, sosa caústica o hipoclorito de sodio, señala un informe militar norteamericano.

Además, la OPAQ afirma que ese proceso generará 7,7 millones de litros de residuos con un nivel de toxicidad menor al de las armas, que se avacuarán a otros países para su almacenamiento y ulterior destrucción completa en 4,000 contenedores sellados. 

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