Mirko Lauer en su columna de hoy, opina sobre los últimos acontecimientos -ya repetitivos- del fujimorismo para aún seguir 'firme' en la política actual. 

Todo comenzó con la designación de Martha Chávez a la coordinación de DD.HH, cargo que ya no le pertenece, luego con la ilegal llamada de Alberto Fujimori a una radio local, en un acto de querer asociarse con Chávez. Sin embargo, se puede observar, según Lauer, un Fujimori víctima y Fujimori político activo, que finalmente mella las posibilidades de Keiko de llegar a la presidencia. ¿Es acaso una táctica política bien realizada o -de verdad- afectará la candidatura de la hija Fujimori?

Aquí, la opinión de Mirko Lauer publicada en La República:

El fujimorismo duro acaba de ensayar algo que puede verse como un pequeño putsch para la captura de la agenda política. En cierto modo le ha ido bien, puesto que la iniciativa viene ocupando los medios por una semana. Martha Chávez dejará la coordinación y Alberto Fujimori se volverá a calmar, pero algunas cosas han logrado y el daño está hecho. 

La irregular designación de Chávez, con la sospechosa colaboración de Heriberto Benítez, probablemente sabía que no podría ser permanente. El objetivo más realista acaso fue montar una provocación que permitiera colocar los argumentos del fujimorismo duro en el primer plano nacional, y luego empezar a manejar las cosas al tuntún, como vinieran.

La ilegal entrevista del preso Fujimori para RPP fue una manera que buscó este de asociarse a la publicidad de Chávez, y de atizar el incidente antes de que se apagara. El uso de dos congresistas como pulsarios muestra lo organizada que estaba la maniobra. Dos imágenes resultan de allí: Fujimori víctima y Fujimori político activo.

Un putsch fallido o tentativo suele servirles a sus autores para aprender lecciones. El fujimorismo duro ya tiene buen tiempo dedicado a explorar caminos políticos desde el hospital y el Congreso. Hemos visto, así, al Fujimori anfitrión electoral de la Diroes, al Fujimori moribundo, al Fujimori confesional, y ahora al Fujimori provocador.

El objetivo más urgente para el fujimorismo duro es modificar su relación desventajosa con el fujimorismo suavizado de la hija Keiko. Esto ha supuesto crear situaciones que obliguen a la candidata a alinearse con la agenda del padre: excarcelación, confrontación abierta con la institucionalidad y creación de un polo abiertamente antidemocrático.

El padre ha venido logrando el alineamiento de la hija muy a medias. Chávez no logró un apoyo sólido de Fuerza Popular, pero la entrevista ilegal ha obligado a la candidata a salir en defensa de su libertad de expresión. Argumento trucho en el caso de un preso, pero una clara señal de alineamiento en una situación determinada.

El segundo objetivo de las maniobras es poner a prueba cómo se movería una opinión pública desencantada con el funcionamiento actual de la democracia en el caso de una crisis realmente seria. Una curiosidad estratégica que debe tener sus orígenes en lugares más recónditos que el cogollo albertista del fujimorismo.

Consideremos la siguiente paradoja: el fujimorismo duro mella las posibilidades de la hija de llegar a la presidencia, bloqueo que a su vez permite a la democracia respirar más tranquila. Sobre todo a quienes piensan que la modosa Keiko Fujimori es la puerta de regreso al poder para una Martha Chávez furibunda y congelada en el año 1992.