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Mujeres numeradas

Teresa Ruiz Rosas sobre  Nada que declarar, su última novela, finalista además del premio Copé 2011. 

Publicado: 2013-10-14

Traficar mujeres, venderlas, alquilarlas, ponerles números y soltarlas como animales para que otros puedan obtener placer y ganancias marcando sobre ellas sus propios reflejos como esclavas o simples mujeres regentadas. Esa es una imagen central de Nada que declarar, la última novela de la escritora arequipeña Teresa Ruiz Rosas que aborda a través de dos mujeres el tema de la trata de blancas. 

  “Me tomo cinco años escribirla. En ella intenté el humor a pesar de que sean historias bastante duras. Inicialmente era breve, pero vi la necesidad de juntarla a otro argumento que había empezado a escribir antes. Por un lado está la el comercio sexual y por otro la historia de un editor clandestino en Alemania que en los 60 reimprimía libros prohibidos para saltar la censura y edita a filósofos de la escuela de Frankfurt, intelectuales, personajes contestatarios. Es una herencia del mayo francés que también es una revelación sexual. Por eso me apreció oportuno conjugarlos”. Comenta Ruiz Rosas.  

El escritor peruano Luis Freire se refiere a la escritura de Nada que declarar como “… el suyo es el apretado lenguaje de los cardúmenes, de sentidos que parecen rebasar las páginas con su riqueza y profusión hasta el sorprendente final”


Una crítica abierta a todos 

“¿Cómo es posible que nuestra sociedad, llena de gente que cada vez se abre más, pueda tolerar esta esclavitud paralela de mujeres asumir que no nos concierne? Las víctimas son muchas. Los dos personajes protagonistas son reales en el sentido en el que sus historias se parecen a la de muchas otras mujeres. A veces parece inverosímil, pero todo es cierto. Sus testimonios lo demuestran. Pero regresando al libro, lo importante es que una de estas mujeres va a contarle a la otra su propia liberación. Entre ellas tenemos historias en contraste y un contrapunto a cómo se maneja el tema de la sexualidad.

Teresa Ruiz Rosas describe una  situación que ha vivido. Recuerda cómo pasó  en tren delante de un edificio en el que vio mujeres numeradas exhibiéndose. "Fue algo extremadamente denigrante. Para ellas es rutina. El abuso es rutina- Es muy difícil salir. Las mujeres que consiguen liberarse parecen contar cosas de ficción. Otro problema es la legalización. Tiene aspectos que nadie puede negar como favorables, pero en la práctica han sido un semáforo en verde para que la trata aumente”.




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Redacción mulera

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