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La sombra del 11 de setiembre

Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, utiliza el recuerdo de aquel fatídico día para justificar un posible ataque militar limitado contra Siria.

“Parece no haber límite a las violaciones de sus libertades, tan arduamente conquistadas, que los estadounidenses están dispuestos a soportar en nombre del contraterrorismo”

John Le Carré, The Financial Times.

Publicado: 2013-09-11

Fue la excusa perfecta para desatar la escurridiza lucha global que lidera Estados Unidos contra el terrorismo, y en particular contra Al Qaeda. Doce años después, la sombra del 11 de Setiembre está muy presente. Al día de hoy, ironías de la vida, el presidente Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, utiliza el recuerdo de aquel fatídico día para justificar un posible ataque militar limitado contra Siria

Lo dejó claro el secretario de Estado, John Kerry, que aludió al 11S para argumentar que, lejos de escudarse en el "aislacionismo", EEUU tiene la obligación de intervenir en Siria.  Es más, Kerry recordó que el deber de su país es conducir al mundo "por el derrotero de la paz y no del yihadismo".

"El 11S ocurrió porque había espacios sin gobierno en los que la gente que quería luchar contra Occidente, que cultural e históricamente se oponen a la modernidad, querían atacarnos y lo hicieron", afirmó Kerry.

Y es que el tema del momento plantea dudas: ¿Merece la pena asumir el papel de conciencia moral del mundo árabe cuando se puede revivir la caja de pandora del terrorismo islamista?, se preguntan los estadounidenses en contra de una intervención. El rechazo es amplio y las encuestas lo confirman. Según la cadena CNN, el 59% de los encuestados norteamericanos se muestran contrarios a que el Congreso apruebe una resolución que autorice una acción militar. Es más, con un ataque, ¿no estaríamos beneficiando parte de los rebeldes sirios que se identifica con Al Qaeda? La guerra contra el terror no tiene fin. Si hoy es Siria, ¿será mañana Irán, Pakistán o Arabia Saudí?

Proyecto de Prioridades Nacionales, un grupo que analiza los costos de defensa, señala que el Pentágono tiene planes de comprar en 2013 un total de 200 misiles Tomahawk, como los que se usarían en un posible ataque desde el Mediterráneo hacia Siria, a un costo de 320 millones de dólares en tan solo un año, "o algo más de 36.000 dólares cada hora".

Pero regresemos al 11S. Las consecuencias de aquel trágico día no son un secreto. Las guerras de Afganistán e Irak manifestaron el ánimo revanchista del beligerante George W. Bush, que hizo prácticamente inevitables dos guerras a las que se unieron algunos gobiernos europeos. Y las consecuencias: el horror que se vivió en Nueva York se repitió después en Londres y Madrid.

Sin embargo, ahora todos somos terroristas en potencia. Especialmente si uno es musulmán estadounidense. Los atentados desencadenaron una ola de sentimientos encontrados en la sociedad norteamericana. Las encuestas no engañan y señalan que la percepción negativa hacia el Islam aumentó desde el 11S en lugar de disminuir. Un informe de 2011 del Center for American Progress documenta la existencia de una pequeña pero bien fundada red de detractores del Islam que promueven la histeria en las proximidades de la mezquita cercana a la “zona cero”. Es más, incluso fomentan la película La tercera Yihad, exhibida por la policía de Nueva York como video de entrenamiento, y son responsables de las campañas publicitarias anti-islámicas que cubren autobuses en todo el país.

Ahora el pánico está a la orden del día. La interceptación por los servicios de inteligencia estadounidenses de mensajes entre líderes de Al Qaeda hace un mes, desencadenó el cierre de 20 embajadas de EEUU en países árabes. Es solo un ejemplo, ya nada novedoso, de cómo el fantasma de Bin Laden está más que presente, sustituyendo el miedo a la guerra nuclear, que dominó durante la Guerra Fría, por el del famoso "War on Terror", guerra contra el  terrorismo.

Así, hacer una llamada telefónica ya es suficiente para ser un potencial terrorista. Nos encontramos ante una gradual e inevitable invasión a nuestras libertades, todos los días. Y los ejemplos están por doquier. Edward Snowden, el exanalista de la CIA que reveló como la CIA almacena información digital privada de millones de estadounidenses, está refugiado en Rusia, perseguido por EEUU. Los presos encarcelados en la base militar estadounidense de Guantánamo siguen sin cargos judiciales, algunos de los cuales han sido sometidos a torturas. La política de drones del gobierno de Obama, iniciada por Bush ha dejado 147 víctimas mortales inocentes entre 2006 y 2009, según un informe confidencial de los servicios de inteligencia de Pakistán difundido por el London Bureau of Investigative Journalism.

Parece que la sombra del 11S sigue con nosotros, ¿por cuánto tiempo?


Escrito por

Tamara Lasheras

Politóloga, amante de la música y el buen vino. Buscando formas distintas pero posibles de hacer las cosas.


Publicado en

Redacción mulera

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