Egipto no se calma y se mantiene en una espiral de violencia. Hoy, el ministro egipcio del Interior, Mohamed Ibrahim, ha salido ileso de un atentado con un coche bomba contra el convoy en el que viajaba desde su casa a su oficina en El Cairo.

Al parecer, el explosivo estaba situado en un lateral de la calle y fue detonado por control remoto. Las fuentes de seguridad señalan que hay al menos tres heridos, dos civiles y un agente de policía, aunque esta cifra podría elevarse ya que el recuento no incluye a los escoltas que viajaban en los vehículos de la caravana.

La policía ha cerrado todos los accesos a la sede del Ministerio del Interior, en el centro de El Cairo, y examina los vehículos estacionados en sus alrededores. El atentado tuvo lugar en el barrio residencial de Ciudad Naser, donde tiene su residencia el ministro. El área es considerada un bastión de la organización islamista. Es más, en esa zona se encuentra la plaza de Rabaa al Adaweya, centro de las protestas contra las nuevas autoridades y el derrocamiento de Morsi.

La respuesta del ministro egipcio del Interior no se ha hecho esperar: calificó el suceso de "tentativa despreciable". En sus primeras declaraciones tras el atentado, indicó que los cuatro vehículos del convoy resultaron destruidos en el atentado. "El laboratorio criminal ha asegurado que el artefacto utilizado contra el convoy es grande", explicó el ministro.

Y es que Ibrahim ha sido duramente criticado por los seguidores del depuesto presidente Mohamed Morsi tras su actuación en el violento desalojo de las acampadas islamistas, así como por la campaña de represión contra los Hermanos Musulmanes.

Hasta el momento, el atentado no ha sido reivindicado y se desconoce qué grupo podría tener la autoría. Eso sí, el ataque se enmarca en la ola de violencia que padece el país tras el golpe de Estado, y que enfrenta a las fuerzas de seguridad con grupos islamistas radicales.

Por el momento, el grupo radical Gamaa Islamiya, responsable de numerosos atentados terroristas en la década de 1990 hasta que renunció a la violencia en 2003, se desvinculado del atentado y advirtió de que "estas explosiones abrirán la puerta a un conflicto sangriento".

El dirigente Amr Darrag, en nombre de la Coalición Nacional de Defensa de la Legitimidad, que engloba a grupos partidarios del depuesto presidente Mohamed Morsi, afirmó que "lo sucedido hoy supone una alerta que infunde preocupación y temor, fueran cuales fueran nuestras diferencias con él (ministro del Interior)". Así, la alianza alertó contra culpar a los grupos islamistas de este atentado, según el comunicado difundido en la página oficial de la Hermandad.

"Nosotros en la Coalición Nacional de Defensa de la Legitimidad reiteramos con fuerza el pacifismo de nuestras actividades", destacó la nota, que calificó de "malignas" las acusaciones contra los islamistas.

Por su parte, los Hermanos Musulmanes respondieron en la misma lìnea, condenando el atentado y remarcando que mantienen el pacifismo de sus acciones y rechazan las acusaciones contra los grupos islamistas.

Ahora, el fiscal general de Egipto ha ordenado una investigación inmediata del ataque. Es el primer atentado contra un dirigente político del país desde el golpe de Estado del 3 de julio. Y es que los únicos ataques con explosivos perpetrados fuera de la península del Sinaí habían sido más bien rudimentarios. Sin embargo, el atentado de hoy revela mayor grado sofisticación, por lo que algunos analistas señalan que los grupos extremistas islámicos podrían haber extendido su ámbito de actuación más allá del Sinaí.

Lo que sí queda claro es que el Gobierno egipcio ha sido firme y asegura que se enfrentará con "mano de hierro" el terrorismo y los intentos de perjudicar la seguridad nacional.

Con información de AP, Efe, The New York Times

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