El dilema de Obama
El presidente norteamericano se debate entre una alicaída credibilidad y el posible rechazo del Congreso a un ataque militar a Siria.
Yes we can!
El presidente de EEUU, Barack Obama, se encuentra en un dilema que le puede salir muy caro. Obama, que construyó su leyenda en oposición a un predecesor belicista es ahora, paradójicamente, el premio Nobel de la Paz que anuncia la guerra. Y es que es desconcertante para el mundo ver al frente de esta posible nueva aventura militar a quien se creyó garante de la paz. Ahora, ¿cómo pasará a la historia? ¿será el presidente que condujo a su país a otra guerra innecesaria? o ¿será visto como el líder firme que plantó cara ante la mala actuación de un tirano?
Durante más de una semana, la Casa Blanca advirtió insaciablemente que la intervención militar contra Al Assad era inminente. Sin embargo, la decisión de solicitar autorización al Congreso supone una apuesta arriesgada que puede tener efectos devastadores en la credibilidad de Obama, en el caso de que final no se produzca la intervención en respuesta al supuesto ataque con armas químicas -que cruzó "la línea roja" que él mismo estableció-.
De hecho, sus lentos movimientos provocan dudas acerca de la firmeza con que el presidente toma decisiones, y , por lo tanto, debilita un prestigio internacional lleno de dudas sobre la influencia estadounidense, particularmente en el mundo árabe. Es más, puede alentar a los líderes de Siria, Irán, Corea del Norte y otros "enemigos" a pensar que Obama no respalda sus palabras con acciones concretas.
Pero este giro podría traer también consecuencias a nivel interno y socavar su popularidad. Un posible rechazo del Congreso a la intervención militar sería una derrota humillante en su segundo mandato, por el que aún batalla para tener influencia en Washington y en un país que lucha por salir de la crisis. El mismo presidente se contradice: En 2007 Obama afirmó al diario Boston Globe que “un presidente no tiene el poder de autorizar un ataque militar unilateralmente”, a no ser que se trate de repeler un “peligro para la nación”, cita Der Spiegel.
Las encuestas no son muy positivas para el mandatario. La NBC afirmaba la semana pasada que, pese al supuesto ataque con armas químicas lanzado por el régimen sirio, el 50% de los consultados opina que EEUU no debe tomar represalias contra el gobierno sirio, mientras el 42% cree que sí. Sólo 21% opinó que un ataque contra Siria es un asunto de interés nacional.
El propio Obama admitió el viernes que “mucha gente, entre la que me encuentro, está harta de guerra”, teniendo en cuenta las experiencias de Afganistán y de Irak. Aunque no tardó en añadir que “hay mucha gente que dice que hay que hacer algo y luego nadie hace nada”. “Es importante tener en cuenta que, cuando más de 1,000 personas son asesinadas, incluyendo centenares de niños inocentes, por el uso de armas químicas, si no hay una respuesta estamos enviando una señal que pone en peligro nuestra seguridad nacional”.
Sin embargo, recordemos que los más de dos años que lleva el conflicto se han cobrado la vida de 100,000 personas. Es más, teniendo en cuenta el argumento oficial de Obama, la finalidad del ataque serían disuadir al régimen de volver a emplear armas químicas. Pero más del 95% de las muertes entre civiles se produjeron con armas convencionales, por lo que las masacres podrían continuar al mismo ritmo sin recurrir a las armas químicas.
Con el ataque de las fuerzas aliadas, Francia y Turquía, encabezadas por EEUU, se asistirá a un nuevo episodio de la irresponsabilidad política de Occidente que demuestra una vez más cómo las potencias se mueven por sus intereses y los defienden a golpe de reacción. Es más, demuestran una ignorancia sobre las sociedades árabes que la pagará, como siempre, la población civil. Si nos remontamos a los últimos conflictos en el mundo árabe, Occidente ha dejado resultados no muy positivos: más régimenes militares, más yihadismo... Los árabes intentaron un futuro mejor con la Primavera Árabe, pero el orden internacional no encaja con estos intereses.