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Bajo el manto del autoritarismo

Egipto sufre las secuelas de un régimen militar que, apoyado por Estados Unidos, ha controlado a los islamistas de los Hermanos Musulmanes. 

Publicado: 2013-08-16

La masacre de El Cairo es una muestra más del autoritarismo en el Medio Oriente, un común denominador difícil de comprender desde una perspectiva occidental.

El Medio Oriente es la región más autoritaria del mundo y ninguno de sus 19 países es democrático, con la única excepción de Israel. Túnez está en proceso de transición, Líbano es un híbrido, Turquía está cerca, pero no es Medio Oriente.

Egipto es el país árabe más grande del mundo y debido a un fuerte régimen militar, apoyado por Estados Unidos en su búsqueda de equilibrio en la región, es que ha sobrevivido. La mayoría laica prefería un régimen castrense a una opción islamista radical y eso explica por qué Hosni Mubarak se mantuvo durante 30 años en el poder.

La represión militar adormecía cualquier intento de levantamiento islamista, lo que era bien visto por el vecino Israel, país con el que se vive en paz desde 1979 cuando se firmó el acuerdo de Camp David.

Igualmente, Estados Unidos necesitaba de la lealtad egipcia para equilibrar los ímpetus islamistas de regímenes antioccidentales y antiimperialistas como la Irak de Saddam Hussein primero y luego el Irán de los ayatolas.

Aunque en los últimos años la Primavera Árabe fue entendida en Occidente como un movimiento que buscaba una democracia liberal, lo cierto es que no se entendió que el Islam no es compatible con la democracia liberal.

El Islam no tolera la disidencia. En una perspectiva oriental, en los países musulmanes, no se distingue una diferencia entre la religión y la política.

Los resultados del Barómetro Árabe indican que el 80% de la gente está en favor de la democracia, pero el 56% manifiesta que los religiosos deben tener algún tipo de influencia y más del 50% está en favor de un régimen teocrático. “Es decir, el miedo al Islam es el que fomenta el autoritarismo”, como lo plantea Steve Levitksy, politólogo de la Universidad de Harvard.

Durante 30 años, los Hermanos Musulmanes de Egipto, al igual que el Hezbolá libanés o el palestino Hamas, se mantuvieron en la oposición a gobiernos caracterizados por no ser islamistas.

Egipto no era uno de los petroleros del Medio Oriente, pero sí recibía dinero por permitir que los ductos pasen por su territorio. No obstante, en los últimos años el gobierno egipcio recibió más de 80 mil millones de dólares de ayuda estadounidense.

El problema es que ese dinero nunca sirvió para mejorar la calidad de vida de la gente, sino que pasó directamente al Estado y, por ende, se potenció a las fuerzas armadas.

Una sociedad débil depende mucho de su estado y Egipto lo es, como quedó demostrado en la reciente matanza en el cual, utilizando el monopolio de la violencia en su condición de gobierno, las fuerzas del orden egipcias arremetieron contra los islamistas que apoyaban al derrocado presidente Mohamed Morsi quien, paradójicamente, fue elegido en las urnas en el 2012.


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Escrito por

Carlos Novoa

Periodista viajero e internacional. Profesor universitario. Estudiante de la Maestría de Ciencias Políticas en la PUCP.


Publicado en

Redacción mulera

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