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"Más mediante visiones que mediante palabras"

Entrevista entre poetas. Arturo Corcuera tuvo la oportunidad, en 1981, de entrevistar al autor de "Las tres mitades de Ino Moxo". En dicha conversación la selva, la magia, los viajes espirituales son evocadas desde las mismas entrañas de la experiencia.  

Publicado: 2013-07-26

Por el título de algunos capítulos el lector podrá adivinar la aventura que le espera, con César Calvo de guía, en su extraordinaria travesía por la selva: las hembras que no pueden tener hijos paren un arco iris, don Hildebrando lee en el aire un libro de Stéfano Varese, cierto pájaro devora pueblos enteros, Ino Moxo nació a los 13 años de edad, el jefe Ximu ordena: los ríos lo obedecen, Juan Gonzales camina siete días por el fondo del Ucayali, todos los cumpas son asesinados pero ninguno muere...

Convidado por la curiosidad, intento hacerle más que una entrevista al poeta, al narrador, y más que al narrador al propio libro:


¿Quién fue o quién es Ino Moxo?
A fines del siglo pasado y a comienzos de éste, los caucheros estaban exterminando a los nativos de la selva amazónica, y el jefe de la nación amawaka, brujo que gozó de fama de todopoderoso, llamado Ximu, hizo raptar al hijo de un cauchero y lo designó sucesor suyo, rebautizándolo Ino Moxo.
¿Cuál era su verdadero nombre?

Manuel Córdova Ríos, mestizo blanco de ojos celestes. Fue raptado cuando tenía 12 o 13 años. Ximu le borró la memoria anterior y lo hizo nacer de nuevo como niño amawaka. Este nativo, disfrazado de su anterior identidad, disfrazado de blanco, iba a la ciudad y compraba armas y municiones. Gracias a este ardid, los amawakas pudieron cambiar flechas por rifles, defenderse y sobrevivir.


IMANTADO POR PRESAGIOS

¿Vive Ino Moxo, qué pasó con él, lo viste alguna vez?
Después de jefaturar a los amawakas, cumplida su misión, se reintegró a la llamada civilización y vivió un tiempo en Iquitos, en el jirón Huallaga. Ino Moxo murió hace algo más de dos años. Mi libro es el relato de un viaje hasta ese territorio agazapado tras el río Mishawa, donde fui a entrevistar a Ino Moxo. En el trayecto recopilé historias, hechos y personajes que desbordaron los propósitos iniciales de hacerle un reportaje. El libro es, pues, apenas un retrato de esa travesía que cumplí sonámbulo, imantado por indomables presagios y por el ayawashka, liana-de-muerto o soga de las ánimas.
¿Qué poderes se le atribuye al ayawashka?
No se sabe con qué lo mezclan los brujos amazónicos para otorgarle los poderes medicinales y de adivinación en que se basa esta liana, su fama es infalible. Cuando estaba escribiendo el libro bebí una vez ayawashka mezclada con tohé, y la primera parte del libro contiene las visiones vividas durante la mareación. El tohé produce alucinaciones que se confunden con el mundo real. Los brujos dicen que el tohé abre las puertas de la realidad. Una realidad palpable. Tú puedes ver y conversar con gente que sabes bien que ha muerto. Si tomas tohé en una choza, súbitamente estás en el río en una balsa y el agua te moja y hasta oyes el rumor de la correntada.
¿Supo Ino Moxo que estabas escribiendo un libro sobre él?
No sólo lo supo, lo sabía. No sólo me autorizó a escribirlo, no sólo me lo ordenó, sino que me lo dictó. Más mediante visiones que mediante palabras.
¿O sea que volviendo a beber tohé podrías mostrarle el libro?

Pienso mostrárselo antes de editarlo para que revise los originales.


LA MAGIA: UNA DEFENSA

En el libro apareces como un gran conocedor de la selva, ¿en verdad lo eres?
Soy un buen conocedor de conocedores de la selva amazónica. Allí están mis amigos los brujos. Ino Moxo, don Hildebrando, don Juan Tuesta.
¿La magia, incluido el uso de los alucinógenos, podría obedecer a una necesidad de evasión?
Para las brujos amazónicos la magia nunca ha sido un modo de evadir la realidad sino un modo de defenderla de sus agresores occidentales. Para Ino Moxo, para su pueblo, significó el mejor modo de sobrevivir.
¿Te has enterado de que se está filmando una película sobre Fitzcarrald?

Tengo la incrédula esperanza de que la película revele la verdadera imagen de Carlos Fermín Fitzcarrald, el asesino de millares de nativos, el ambicioso, el saqueador cauchero. Ino Moxo me dijo una vez: “Cuando pienso en Fitzcarrald y en sus mercenarios, cuando pienso que esos genocidas eran hombres, me dan ganas de nacionalizarme culebra”.

Los amawakas aseguran que ellos ahogaron a Fitzcarrald. La versión “histórica” es que su barco naufragó y que él murió ahogado. Pero la verdad es que un chullachaqui condujo el barco a un remolino, un duende que el brujo Ximu vistió con el cuerpo del motorista Fitzcarrald, que obedeciendo sus órdenes dirigió el barco hacia la muerte.


LOS BUFEOS

Conozco muy poco de la selva, pero he oído muchas veces las historias de los bufeos, ¿existen realmente?
El bufeo es un pez mamífero del tamaño de un hombre. Algunas nativas en estado de menstruación o de preñez evitan embarcaciones frágiles: saben que los bufeos se exacerban oliéndolas y embisten las naves intentando volcarlas. No son infrecuentes los casos de mujeres que han perecido ahogadas, no a causa del naufragio sino de los bufeos que las arrastraron al fondo de las aguas y allí las fornicaron. Tampoco son escasas las historias de pescadores que han capturado hembras de bufeos; aseguran que ninguna humana se les compara en destreza ni ardor. La hembra del Bufeo Colorado es la más codiciada: los brujos recortan el aro de la vagina, lo dotan de poderes ayunando, ¡icarándolo!, y con esa pulsera fabrican la única pusanga infalible en cuestiones de amor.
¿Es verdad que se trasmutan en seres humanos?

Es cosa resabida que los bufeos machos pueden, si así lo quieren, convertirse en personas: disfrazados de gente salen de los ríos, especialmente en épocas de fiestas, y protegidos por la algarabía, la confusión, los bailes, galantean muchachas y al final se las roban. Los bufeos, mejor que los humanos preparados, ocupan sin esfuerzo cualquier apariencia. Pero con los poderes propios del chullachaqui, al mismo tiempo poseen sus flaquezas; hagan lo que hagan, sean quienes sean, los bufeos están condenados a llevar sombrero siempre. Así como el chullachaqui de humano es delatado por la huella de tigre o de venado que no puede esconder su pie derecho, el chullachaqui de bufeo se ve forzado a respirar por ese inocultable orificio que tiene en la cabeza. Para reconocerlos y espantarlos basta con quitarles el sombrero.

A César, que fracasó como wing derecho en la selección de su colegio, al escribir Las tres mitades de Ino Moxo le ha salido, sin poder evitarlo, el poeta a borbotones, entero, seguro de que “en algún lugar del mundo, mañana o dentro de veinte años, la pareja que está por suicidarse alcance a leerlo, y desista, desista por lo menos unos días, y comprenda que la vida es siempre hermosa a pesar de la vida..."

Texto tomado de Copy Paste Ilustrado. (Entrevista del poeta Arturo Corcuera a César Calvo. Publicado en la revista Punto, edición del 5 de junio de 1981)


Escrito por

Daniel Ávila

avilamonroydaniel@gmail.com


Publicado en

Redacción mulera

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