El ciudadano Day
Resistido por algunos, querido por otros, Jason Day se ha convertido en una de las caras de la protesta contra 'la repartija'.
El actor escribe hoy una columna en La República. Quizá canalice la sensación de muchos: la ciudadanía está cansada, harta e indignada.
Soy un ciudadano
El miércoles canté el himno nacional. Y hacía mucho que no lo cantaba.
Desde el miércoles, lo he cantado tres veces más. Créeme cuando digo que, desde el miércoles, lo canto con el alma. Duele la garganta y se lleva todo mi aire en las notas altas (a las que no llego, pero no importa: las canto igual). Mi himno es lo que tengo; es una columna vertebral inquebrantable. Ahí está la historia del país en el que nací. Ahí están las voces de cientos de miles de peruanos. Luchas, derrotas y victorias, grandes y chicas. Todas están ahí.
Con el himno, ya no le temo al gas que nos lanzan para hacernos toser y llorar.
Cantándolo, veo con tranquilidad a los policías que mandan a que nos aplasten y nos fumiguen, y les pregunto con la mirada si acaso no se han equivocado, si acaso su misión no es defendernos de ti en lugar de defenderte a ti de nosotros. Porque yo no quiero hacerte daño. Yo vengo a pedirte que lo que haces, lo hagas bien.
No por mí solamente, sino por nosotros, treinta millones cuatrocientos setenta y cinco mil peruanos (y te incluyo).
El poder dura poco. Dura lo que dura nuestra confianza en ti. Tu paso es y será efímero. Tus errores, los sabremos corregir en el tiempo, no importa cuánto nos tome. Por eso, no quiero hablar de tus errores sino del mío: voté por ti y sí, me equivoqué.
Creí en tu sonrisa en la foto. Y sé cómo es, lo he hecho varias veces: sonreír solo para convencer de que eres lo que el otro quiere. Creí también en tus palabras, la mayoría sofritas en aceite usado, ensayadas, enyesadas. Pero, peor aún, creí en mí al votar por ti: en mi esperanza, en mi juventud, en mi ingenuidad y en mi futuro.
Te veo desesperad@, te queda poco tiempo y no has hecho gran cosa. Trataste de traerte abajo a quien trató de perjudicarte a ti e intentaste justificar los atropellos a tu propios valores, a tu ética, a tus ideas, a eso por lo que me tendría que sentir orgulloso de haberte puesto donde estás. Te atropellaste. Un@ no debe conducir borrach@ y mucho menos, borrach@ de poder. Te creíste eso de que en política todo vale, incluso comparar esa miserable repartija con un acuerdo multipartidario por el bien del país. Tu repartija colmó el vaso.
Congresista, presidente, voy a salir a las calles todas las veces que haga falta. Lo hago para tratar de corregir mi error.
Quiero tratar de que, con mis gritos, algo cambie en ti, que te pase algo parecido a lo que le pasó a Cecilia Tait: que despiertes. Que te des cuenta de dónde estás, por quién estás donde estás y qué representas desde allí. Ten dignidad, trátame con respeto, tenle cariño a mi país y escúchanos bien: somos ciudadanos, ¿te acuerdas de lo que significa ser ciudadano? Se parece a ser votante, solo que no está en venta.
Un ciudadano.
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