En su columna de hoy, Augusto Álvarez Rodrich comenta sobre la oportuna decisión que tomó ayer la primera dama Nadine Heredia en descartar su candidatura para las elecciones presidenciales del 2016. Álvarez Rodrich también suma a este comentario que a pesar que la la primera dama demoró en aclarar este tema, por fin lo dijo posiblemente hará que se vea con mejores ojos al Gobierno y quizá de esta manera, la pareja presidencial pueda recuperar los puntos perdidos de popularidad. Lee aquí la columna da hoy publicada en La República.

Como en el caso de Repsol, decidieron tarde pero bien.

La declaración de ayer de Nadine Heredia de que no será candidata presidencial en el año 2016 constituye un anuncio sumamente valioso para desintoxicar el ambiente político y oxigenar al gobierno, con el fin de que este pueda focalizar mejor sus acciones para que este lustro sea realmente positivo para el país.

No se puede obviar, sin embargo, el tremendo daño que le produjo al gobierno la postergación de este anuncio, al igual que los devaneos alrededor de una postulación que era –como se insistió en esta columna desde que fue evidente la pretensión de avanzar en esa dirección– ilegal, antidemocrática y no ética.

Esa postulación desnaturalizaba el sentido que Ollanta Humala ofreció para su Presidencia, y rompía de un modo bochornoso las promesas que este hizo durante la campaña.

Para decirlo de un modo claro y directo, el seguir empujando, poquito a poquito, la candidatura de Heredia, que era lo que estaba ocurriendo, proyectaba la imagen de que Palacio de Gobierno era manejado por un grupo inescrupuloso, que quería perpetuarse en el poder con mecanismos similares al del gobierno mafioso que ellos criticaron.

El anuncio de ayer de Heredia pone las cosas donde siempre debieron estar, pero el daño ocasionado es grande en términos de credibilidad perdida y de un costo económico por la previsión de que se podía condicionar la racionalidad de la política económica al servicio de un interés político indebido.

También es una lástima que el anuncio llegara tan tarde, en vez de hacerlo hace un año, cuando el piso estaba más parejo, la credibilidad superior, y la aprobación mayor.

Ahora, en cambio, la pareja presidencial ha perdido quince puntos de popularidad en tres meses; Humala está políticamente aislado de todos menos de su alicaído aliado Alejandro Toledo; cuando la calle se calienta y la economía se enfría; cuando la Contraloría revela los costos de la acción política de Heredia; y cuando, la verdad, la primera dama ya caía un poco espesa.

Como también ocurrió con el intento de comprar Repsol, y ahora en esa candidatura que era indebida, al final el gobierno del presidente Humala toma las decisiones correctas pero, por sus indecisiones tan prolongadas, se acaba perjudicando.

Lo importante ahora es que esta candidatura indebida fue cancelada, y que esto va a desintoxicar el ambiente político, oxigenar al gobierno, y permitirle a Nadine Heredia recuperar el papel tan importante que ella puede desempeñar gracias a su simpatía y entrega, lo cual permitirá fortalecer la perspectiva del gobierno presidido por su marido en vez de –sin quererlo– demolerlo, tal como venía ocurriendo hasta antes del valioso anuncio de ayer.