La crisis invade Egipto. Los integrantes de Los Hermanos Musulmanes afirmaron que el Ejército había detenido a dos de sus líderes, Saad al Katatni, presidente del Partido Libertad y Justicia, la rama política de la hermandad, y Rashad Bayoumi, vicepresidente de la misma formación política.

Tras cuatro días de intensas y multitudinarias protestas, el Ejército egipcio depuso ayer al primer presidente elegido democráticamente en la historia del país, el islamista Mohamed Morsi, al cumplir poco más de un año en el gobierno. Así lo anunció en televisión el comandante en jefe del Ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fatah al Sisi, rodeado por líderes opositores y religiosos y la cúpula de las fuerzas armadas. 

Al Sisi afirmó que el país tendría un nuevo presidente interino, el jefe de la Corte Suprema Constitucional, Adly Masour, para liderar un periodo transicional. Dicho y hecho. Menos de un día después del derrocamiento de Morsi, Mansur, de 67 años, ha jurado como presidente interino de Egipto pasadas las once de la mañana. 

Masur reafirmó la intención de convocar pronto elecciones legislativas y presidenciales, “porque es el único camino de la justicia”, y dio las gracias a los movimientos juveniles populares y al ejército por impulsar los valores de “la revolución del 30 de junio” - día en el que unos 17 millones de personas salieron a las calles a pedir la salida de Morsi-. 

A pesar de que Mansur declaró que el grupo de los Hermanos Musulmanes es parte del pueblo y "están invitados a participar en el proceso de construcción de la nación", los integrantes de esa cofradía afirmaron que el ejército había detenido a dos de sus líderes.

Eso no es todo. También se habrían emitido órdenes de arresto de hasta 300 miembros de los Hermanos Musulmanes, incluido su líder, Mohamed Badie. Todo acompañado del cierre de emisoras de televisión para evitar incitaciones a la violencia, según indicaron fuentes militares.

La respuesta de los Hermanos Musulmanes parece clara. El grupo anunció hoy en su página web que no van a participar en ningún trato con la nuevas autoridades en Egipto y recalcaron su rechazo al "golpe de Estado contra la voluntad del pueblo".

En el momento del juramento del presidente interino, el Ejército seguía reteniendo a Morsi en los cuarteles generales de la Guardia Republicana, donde se había refugiado poco antes del derrocamiento. Y, a pesar de que Morsi llamó a evitar un baño de sangre, los enfrentamientos entre partidarios y detractores del expresidente se repitieron durante la noche y la madrugada del miércoles causando al menos quince fallecidos, entre ellos un oficial de la policía.

Con información de Efe, Reuters, El País, CNN

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