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¿Tienen la culpa los chinos de la caída del precio del cobre?

Publicado: 2013-04-30

El economista e investigador Felipe Morandé Lavín (Santiago, 15 de mayo de 1955) publicó una columna de opinión titulada '¿Se le está acabando el fuego al dragón?' sobre el efecto de la reducción del ritmo de crecimiento económica de China en la estrepitosa caída del precio del cobre.

Morandé, ministro de Estado durante el primer año de Gobierno del presidente Sebastián Piñera, analizó los problemas que enfrenta China y concluyó que el fuerte aumento del precio del cobre, desde 2003 en adelante, se asocia justamente a la irrupción del gigante asiático.

A continuación la columna completa:

¿Se le está acabando el fuego al dragón?

La semana pasada se dio a conocer que el PIB chino creció 7,7% el primer trimestre, en comparación con el 8% que esperaba en promedio el mercado. Tras ello, el cobre sufrió una estrepitosa caída. ¿Por qué esta reacción?

China actualmente consume casi 40% del cobre mundial (el que compra en forma importante a Chile, principal productor mundial de este metal), cifra a la que arribó luego de que su demanda por cobre aumentara a una tasa de 15% promedio anual en la década pasada. Y el fuerte aumento del precio del cobre, desde 2003 en adelante, se asocia justamente a la irrupción del gigante asiático. Por eso, las perspectivas actuales y futuras de la economía china son fundamentales para el panorama que espera al cobre en los próximos 10 a 15 años.

China ha crecido en forma espectacular desde 1978, alcanzando un promedio de 10% anual hasta 2010. Desde entonces, sin embargo, su crecimiento ha menguado hasta 7,6% el año pasado y 8% proyectado para 2013. Estas menores cifras podrían ser el resultado de una menor expansión del mundo, que es un comprador neto de productos chinos. Pero hay causas más generales que apuntan a una reducción del ritmo de crecimiento chino en los próximos años. En primer lugar, la contribución a la expansión económica atribuible a la migración de recursos desde la agricultura a la manufactura ya mayormente ocurrió. En segundo lugar, la enorme inversión anual (cerca de 50% del PIB) ha significado una importante acumulación de capital que trae a la palestra la ley de los rendimientos decrecientes en relación a una fuerza de trabajo que crece mucho más lento. De hecho, se espera que la fuerza de trabajo comience a decrecer a partir de 2015, como parte del proceso de envejecimiento de la población y una reducida tasa de natalidad. Esto, asimismo, traerá consigo una relación entre población mayor de 65 años y el resto entre 22% y 23% en 2030, planteando un problema de seguridad social y provocando una eventual reducción en la tasa de ahorro privado. Finalmente, la contribución de la productividad total de factores al crecimiento de la economía también ha estado declinando recientemente, en parte porque China ya ha aprovechado las ganancias en eficiencia derivadas de las reformas de los 70 y 80, y de la absorción de tecnologías importadas.

Otros problemas que enfrenta China son el estrés sobre el medio ambiente que ha estado causando su fuerte crecimiento y el aumento en la desigualdad de ingresos observada en las últimas dos décadas. A lo anterior se suma un propósito deliberado de las autoridades por “rebalancear” la economía hacia el consumo y la producción de servicios, lo que implicará menor ahorro e inversión y un rol más disminuido para la manufactura.

Con todo, si China es capaz de atravesar con sabiduría esta transición en la que está inmersa, es posible esperar que la tasa de crecimiento disminuya gradualmente desde 8% hoy, hasta 5% entre 2026 y 2030, según un estudio del Banco Mundial, fecha en la cual ya calificaría como un país de alto ingreso y habría superado en tamaño a la economía de EEUU (aunque muy lejos todavía en ingreso per cápita).

¿Significa esto un precio del cobre significativamente menor que el actual en forma permanente? No necesariamente. El que un país rico crezca al 5% anual da cuenta de una economía pujante que va a seguir demandando materias primas y productos elaborados. El propio desarrollo de China trae consigo, además, entre 300 y 400 millones de nuevos integrantes de la clase media que querrán adquirir bienes de consumo en mayor volumen y más sofisticados, lo que implica eventualmente una demanda por más cobre que puede compensar la caída prevista en la tasa de inversión (10 puntos del PIB al 2030). Según cálculos de algunos bancos de inversión, la transición china hacia un menor crecimiento, pero a una categoría de país de alto ingreso, puede llevar el precio del cobre de largo plazo a un rango, en moneda actual, de entre US$ 2,8 y $ 3 por libra, valor suficiente para equilibrar oferta y demanda del metal de aquí al 2030. El desafío para la minería en Chile es ver cómo contener los costos para que sus proyectos sean rentables a esos precios. El desafío para Chile es desarrollar productos más elaborados que compre la rica y populosa China.

Felipe Morandé es Decano de la Universidad Mayor y socio EFM.


Escrito por

Ego Agurto

Historiador del minuto.


Publicado en

Redacción mulera

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