José Paolo Guerrero es, sin duda, el futbolista más respaldado por la afición peruana. Nadie discute su entrega en el campo y es un ejemplo a seguir para todos los deportistas jóvenes.

Paolo fue el guerrero que empujó a la selección peruana a conseguir el único logro futbolístico (en categoría mayor) en las últimas décadas: el tercer lugar en la Copa América de Argentina 2011, donde además fue el goleador del certamen.

A nivel personal, en sus clubes, su carrera estaba en descenso: luego de un prometedor inicio en el poderoso Bayern Munich, Guerrero pasó a ser el '9' del Hamburgo, donde tuvo altibajos que no permitieron que se consolide. Su precio se devaluó y el Corinthians de Brasil lo compró por unos pocos millones de dólares, que para Sudamérica significaba una cifra importante.

Un sector de la prensa criticó el traspaso al considerar que era un retroceso regresar de Europa, aunque el tiempo parece haberle dado la razón: campeonó el Mundial de Clubes, fue elegido uno de los mejores del torneo y fue el goleador de su equipo. Negocio redondo.

Tras el certamen internacional parte de la prensa especuló que podría convertirse en ídolo del 'timao', mientras que diarios europeos informaban sobre el interés de varios clubes importantes -como el Chelsea y Juventus- para que Paolo regrese por la puerta grande al viejo continente.

Hasta aquí todo bien -o normal-, aunque la hinchada peruana, con todas sus necesidades y peculiaridades, tomó este triunfo como propio. Todos comentaban de Guerrero, y, sin duda, las fotografías del delantero acostado en la cancha con la bandera peruana acapararon las portadas de todos los periódicos.

Guerrero fue recibido en el aeropuerto como una celebridad, en medio de personas que reconocían su reciente logro y, además, su notable y solitario esfuerzo con la selección peruana, hasta que de pronto, entre los elogios y gratitudes, empezaron a circular declaraciones de funcionarios sobre la posibilidad de utilizar la figura de Guerrero en favor de algunas instituciones.

Lo primero fue cuando el ministro de Comercio Exterior y Turismo, José Luis Silva, informó a la población que se estaba manejando la posibilidad de convertir a Guerrero en la nueva y flamante imagen de la marca Perú.

Asimismo, esta tarde, el presidente del Instituto Peruano del Deporte (IPD), Francisco Boza, señaló que se está evaluando la posibilidad de darle a Paolo los Laureles Deportivos, luego del título mundial de clubes con el Corinthians, nada más y nada menos que a pedido del presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF), Manuel Burga, quien actualmente goza de poca o ninguna aceptación popular.

¿Mérito u oportunismo? Cabe recordar que los logros de Guerrero son totalmente meritorios, pero a título personal y de su club: el Corinthians. Aparte de dejar en alto el nombre del Perú con su compromiso con la selección y su carrera en ascenso, este título no varía en nada a la crisis deportiva que atraviesa el Perú.

Si Guerrero es un ejemplo para las nuevas generaciones, se debería inculcar que el Perú necesita logros propios y no verlos por televisión.